Una mirada para entender el bullying. Conoce cómo detectarlo y controlarlo.
Según el estudio anual de la ONG Internacional Bullying Sin Fronteras, realizado entre en enero de 2020 y diciembre de 2021, en nuestro país hubo un
aumento de un 40% en las denuncias por maltratos físicos y psicológicos en colegios públicos y privados, pasando de 3.760 casos a 5.934.
Ante esta realidad, entregar a los padres y cuidadores herramientas para
prevenir y actuar a tiempo en estos casos es fundamental. Sin embargo, lo primero es entender qué es el
bullying. “Este se da cuando un alumno o alumna
agrede o intimida en forma repetida y deliberada a otro, sin haber una provocación previa y sin que la víctima tenga posibilidades de defenderse, lo que ocurre frecuentemente en desconocimiento de padres, cuidadores o profesores”, explica el
doctor Daniel Madrid, psiquiatra infantil CLC.
Puede tratarse de un
abuso en forma verbal, física o psicológica que suele desarrollarse en un contexto de silencio por parte de las víctimas, los agresores e, incluso, los testigos.
Por eso, dice el especialista, muchas veces son los padres, cuidadores y profesores los últimos en darse cuenta de lo que están viviendo estos niños, ya que se impone la
ley del silencio ante el miedo de sufrir nuevas agresiones. Además, cuando los adultos se enteran de estas situaciones muchas veces no toman acciones adecuadas, tienden a creer, equivocadamente, que el
bullying se solucionará sin intervención.
Las razones del
bullying pueden ser variadas, pero por lo general, tanto la víctima como el agresor pueden presentar
problemas psicológicos que deben ser atendidos por un
especialista en
salud mental. “El agresor muchas veces tiene estas conductas producto de conflictos fuera del colegio, especialmente al interior de su familia, por lo que el bullying aparece como una forma de aliviarse de estos conflictos o dificultades emocionales, lo que es fundamental atender”, agrega el doctor Madrid. Además, este fenómeno
se presenta habitualmente en ambientes escolares donde el respeto y la preocupación por el otro no son parte de las prioridades del establecimiento educacional.
¿A qué estar atentos?
Los padres y cuidadores deben estar siempre pendientes a cómo está su hijo o hija en el colegio y en casa, poniendo especial cuidado en ciertos
cambios de conducta. Es importante buscar momentos para compartir y
conversar, los que son fundamentales para que los niños se sientan en confianza, contenidos y
se atrevan a hablar de lo que está sucediendo.
Además, nunca se deben minimizar señales como:
- Que a tu hijo o hija lo llamen con sobrenombres que se refieran a algún rasgo físico o de personalidad en forma peyorativa.
- Irritabilidad sin causa aparente.
- Desmotivación por ir al colegio.
- No tener amigos.
- Que sea excluido de los cumpleaños o juntas.
- No ser aceptado en grupos de estudio o de trabajos escolares.
- Que presenten trastornos depresivos, ansiosos o de angustia.
- Una baja repentina del rendimiento académico sin motivo aparente.
¿Cómo actuar?
Frente a la sospecha de que un niño esté sufriendo algún tipo de abuso, lo primero es
indagar con preguntas generales, evitando acosarlo con preguntas cerradas. “Es importante que el niño se sienta escuchado y contenido, y que pueda hablar en un ambiente de tranquilidad, no minimizando la situación, ya que cuando un niño pide ayuda significa habitualmente que está sufriendo”, explica el especialista.
Una vez confirmados los hechos, es necesario
acudir al colegio para informar lo que está sucediendo y exigir que se activen los protocolos establecidos para estos casos. En paralelo, se debe
pedir ayuda a un especialista en salud mental para dar apoyo al menor.
Es importante saber que un niño víctima de acoso puede tener
efectos psicológicos a corto y largo plazo, especialmente si no se toman a tiempo las medidas necesarias. Entre ellos están una baja en el rendimiento escolar, problemas conductuales y, sobre todo, problemas emocionales como angustia o depresión. Incluso, en casos más severos, se puede llegar a los intentos de suicidio.
Por último, los ambientes escolares deben
promover campañas para prevenir el bullying, incluyendo a los alumnos, profesores y familias de la comunidad escolar.
¿Cuál es el perfil del niño agresor?
Por lo general se tiende a asociar a
niños que experimentan conductas de riesgo como abuso de
alcohol,
tabaquismo,
problemas conductuales severos en el colegio, dificultad en la relación con sus padres, etc. Suelen ser niños que también tienen problemas en otros contextos, por lo que ellos
también deben recibir ayuda de un especialista.
Tipos de bullying
1) Bullying físico:
Corresponde a cualquier
contacto físico que haya entre el agresor y la víctima, sin el consentimiento de esta última persona. Generalmente cuando se habla de
bullying físico, se tiende a pensar que solo son golpes fuertes. Sin embargo, este tipo de agresión puede ir desde un simple empujón o palmada hasta los ejemplos dados anteriormente.
2) Bullying emocional:
También conocido como
bullying psicológico, es una de las formas de bullying más complejas de detectar, ya que tiende a ser manifestada a espaldas de la víctima dado que su objetivo es
menoscabar a una persona, evitando que se integre a algún grupo. Esta “no integración” de la víctima suele ser detectada cuando se ha naturalizado el aislamiento dentro del curso.
3) Bullying verbal:
Es la forma de abuso escolar más frecuente y su objetivo es
atacar a la otra persona haciendo notar que es distinto al resto, resaltando generalmente sus características negativas (físicas, psicológicas o sociales). Este tipo de agresión tiende a estigmatizar a las víctimas, quienes indefensas frente a este tipo de ataque, dado que cuentan con una baja autoestima, son interpretados desde una sola característica, dejando en segundo plano los “elementos positivos” (o que puede aceptar más fácil) de su personalidad.
4) Vía internet o ciberbullying:
Esta es una forma de acoso que nació con las tecnologías 2.0 y permite que el
hostigamiento verbal esté presente en más de un área de la vida de la víctima. Así es como los mensajes de Whastapp, publicaciones en Facebook e Instagram y hasta correos electrónicos, son utilizados para que la víctima esté constantemente recordando el acoso.
La responsabilidad del colegio
Según lo que establece la Superintendencia de Educación, “los establecimientos deben contar con un Reglamento Interno que regule las relaciones entre el colegio y los distintos actores de la comunidad escolar. Dicho reglamento, en materia de convivencia escolar, deberá incorporar políticas de prevención, medidas pedagógicas, protocolos de actuación para los casos de maltrato escolar y diversas conductas que constituyan falta a la buena convivencia escolar, graduándolas de acuerdo a su menor o mayor gravedad. De igual forma, establecerá las medidas disciplinarias correspondientes a tales conductas, que podrán incluir desde una medida pedagógica, hasta la cancelación de la matrícula. El Reglamento Interno debe tener protocolos de actuación frente a situaciones de denuncias de maltrato escolar, entre pares o de adultos de la comunidad escolar, de manera de tener claro anticipadamente y con criterios objetivos, la forma cómo deben ser abordadas. En este mismo sentido, los establecimientos deberán contar con un Encargado de Convivencia”.