Es una enfermedad crónica que puede controlarse y permitir una vida normal. El tratamiento adecuado debe ser indicado por un especialista.
El
asma es una enfermedad respiratoria crónica que provoca
dificultad y silbidos al respirar,
tos y
falta de aire. Para algunos pacientes, estas molestias pueden ser menores, pero existen casos donde estos síntomas generan un problema y dificultan las actividades cotidianas de las personas, e incluso ponen en riesgo su vida.
Durante el invierno, el paciente con asma también puede verse afectado debido a los virus respiratorios, humo o
contaminación intradomiciliaria. “Aquí se producen eventos hiperreactivos que provocan una inflamación en las vías respiratorias. Por eso es importante prevenir e identificar precozmente cualquier posibilidad
de crisis”, explican los especialistas.
Por otro lado, es necesario recalcar que, aunque la persona no tenga síntomas, nunca se debe dejar el tratamiento. De esta forma, para evitar las crisis, se deben tomar ciertas precauciones como:
- Controlar los alérgenos en el ambiente.
- No fumar o evitar el humo de segunda mano.
- Evitar los contaminantes inhalados como aerosoles dentro del domicilio.
- Evitar alimentos que puedan desencadenar una alergia.
- No hacer actividad física cuando los índices de calidad del aire estén malos.
- Vacunarse cuando comienza el período de influenza.
- Mantener un estilo de vida saludable, ya que el sobrepeso empeora la enfermedad.
En el caso del tratamiento, el asma se regula con medicamentos de control a largo plazo, como
corticoides inhalados que previenen la inflamación de las vías respiratorias; y con
inhaladores de alivio rápido, que se usan para aliviar los síntomas de una crisis
.
Para quienes sufren esta patología es importante que lleven un seguimiento constante por parte de un médico especialista en el tema para ver si los síntomas persisten y, de ser necesario, cambiar el tipo de tratamiento.
¿Qué es el asma de difícil control?
El asma de difícil control se diferencia del convencional, ya que en éste no se logra disminuir las molestias de la enfermedad pese al tratamiento que está recibiendo el paciente. Los síntomas de este tipo de asma son:
- Obstrucción bronquial persistente
- Utilización de corticoides orales 2-3 veces al año.
- Crisis que terminan en algún servicio de urgencia o consultas no programadas.
- Empeora al disminuir los medicamentos recetados
- Alguna crisis ha terminado en hospitalización.
Para
diagnosticar el asma de difícil control es necesario realizar exámenes que miden la inflamación y obstrucción de la vía área. La
espirometría con broncodilatador y medición de marcadores de alergia severa en sangre como Ige TOTAL y eosinófilos, e imágenes torácicas y de cavidades nasales son algunos ejemplos que permiten detectarlo de una manera rápida y mínimamente invasiva para el paciente.
Según los doctores, un asma de mayor severidad y complejidad requiere de muy buen manejo de
factores gatillantes. “Hay que estar atento a factores como alergias a inhalantes o alimentarias, evitar sobrepeso, manejar el reflujo gastroesofágico o alguna patología rinosinusal, evitar el tabaquismo y otros similares”, explican.
Existen dos tipos de tratamientos para este tipo de asma:
- Medicamentos controladores: son con corticoides orales o inhalados con una dosis media-alta asociados a broncodilatadores de acción prolongada, antimuscarínicos inhalados, antialérgicos, antileucotrienos, entre otros.
- Medicamentos de rescate: son inhaladores de acción corta como salbutamol, que son muy eficientes, pero no constituyen un tratamiento muy efectivo. Esto, porque no logran controlar la inflamación de la vía área.
“De esta forma, es importante llevar una continuidad, porque el asma tiene tratamiento, así que no permitas que deteriore y limite tu vida”, aconsejan los especialistas.