Es clave para evitar patologías como la caries, enfermedades gingivales y periodontales.
Las
enfermedades que afectan a la cavidad oral son un importante problema de salud pública por su alta prevalencia, impacto en los individuos y en la sociedad, y el costo de su tratamiento, señala la doctora
Patricia Mallea, odontóloga de Clínica Las Condes.
En todo el mundo, la
caries dental, las enfermedades gingivales y periodontales y las anomalías dentomaxilares son las patologías más frecuentes, y prevenirlas “requiere un fuerte componente educativo, principalmente acerca de la eliminación o control de la placa bacteriana, tanto por medios mecánicos como químicos”, agrega la especialista.
Se recomienda
cepillarse los dientes al menos dos veces al día, por dos minutos, después del desayuno y antes de acostarse después de la última comida, y no olvidar cepillar la lengua.
Una adecuada limpieza dental requiere la
correcta utilización del cepillado, a través de la llamada
técnica de Bass, que consiste en posicionar la cabeza del cepillo en forma oblicua en dirección a los ápices de las piezas dentarias en un ángulo de 45° (inclinando el cepillo hacia las raíces dentarias) con el objetivo que las cerdas se introduzcan dentro del surco gingival (surco que existe entre la encía y el diente en forma normal). “Luego se deben realizar movimientos cortos hacia delante y atrás, terminando con un movimiento rotatorio amplio de la cabeza del cepillo hacia oclusal (superficie masticatoria de los dientes)”, sostiene la especialista.
El movimiento se realiza aproximadamente durante 10 segundos en cada grupo de dientes (2 a 3) y para las caras oclusales o masticatorias de los dientes se recomiendan movimientos de barrido cortos en el sentido antero posterior. “Se sugiere comenzar cepillando el sector más posterior de un lado y luego desplazar el cepillo sucesivamente hacia el lado opuesto en cada arcada”, aconseja.
El cepillo debe ser idealmente seleccionado por un profesional, de acuerdo a las características de la boca y requerimientos de
higiene del paciente. Pero, a modo general, el cepillo debiera tener: cabezal pequeño y mango recto, levemente flexible para amortiguar la fuerza del cepillado. También de cerdas suaves o blandas, de fibras sintéticas (nylon) y todas de igual longitud. “Los extremos de estos filamentos deben ser redondeados, para evitar el daño gingival”, dice.
El cepillo debe cambiarse cada 2 a 3 meses, cuando existe pérdida de flexibilidad, deformación o desprendimiento de las cerdas. Pero cuando se ha estado enfermo también se recomienda remplazarlo, debido a que pueden tener microorganismos y virus viables.