Si bien no existen estudios que avalen esta teoría, esta relación se ha instalado por años en una parte de la comunidad.
Alrededor de un 30% de las pacientes diagnosticadas con
cáncer de mama llegan a la consulta de la
doctora Soledad Torres, cirujana de mama, con la inquietud de que si la
tristeza,
la depresión, la
pena, la
ansiedad o
la rabia es la causa de su enfermedad.
“
No hay ninguna evidencia científica que demuestre que hay una asociación, causa - efecto, entre los problemas emocionales, sean dolores, tristeza, depresión y la
causa del cáncer de mama. Eso no se ha logrado demostrar”, asegura la especialista.
El Centro Integral de la Mama de Clínica Las Condes se caracteriza por respaldar con
evidencia científica y todos los tratamientos que se indican a sus pacientes. En este ánimo, han existido esfuerzos por encontrar información que pudiese avalar la
teoría que la depresión o los dolores o las penas son la causa del cáncer de mama. Sin embargo, la literatura proveniente de instituciones reconocidas a nivel internacional
desmitifica esta relación entre emociones y cáncer de mama (revisa el estudio).
“Por alguna razón los mitos se instalan con mucha fuerza en el pensamiento colectivo. Entonces, cuesta mucho derribarlo”, indica la doctora Torres.
¿Por qué es importante derribar este mito?
Es importante derrumbar esta creencia colectiva porque el foco de la paciente debe estar en su
tratamiento.
Este mito genera una
angustia adicional
en las pacientes con cáncer de mama, que ya están con mucho miedo, a los efectos del tratamiento o incluso a la muerte. “Han surgido afirmaciones como ´tú te generaste este cáncer, tú eres la responsable, tú tienes la culpa de hacer tenido esto´. Esa
sensación de culpa es muy compleja de combatir. Además, es injusta, porque no hay ninguna evidencia de que eso sea así”, cuenta la especialista.
Por otro lado, la angustia sobre la probabilidad de tener cáncer de mama compromete a un importante número de mujeres.
Por esta razón, la forma de vivir tranquila es chequeándose periódicamente las mamas, a través del
control mamográfico y de un
examen médico. En Chile, se recomienda una
mamografía anual a partir de los 40 años. Sin embargo, si existen antecedentes de cáncer de mama en la madre diagnosticado antes de los 50 años, a las hijas se les aconseja empezar el control a una edad 10 años menor de la edad de diagnóstico de su madre
.
Factores de riesgo
Si bien no se conoce cuál es el origen del cáncer de mama, las investigaciones han avanzado en la identificación de los
factores de riesgo, es decir qué factores aumentan la probabilidad que se produzca un cáncer de mama.
Menores
- Menarquia precoz (primera regla)
- Menopausia tardía
- No haber tenido hijos o haber tenido el primer hijo después de los 30 años
- Vida sedentaria
- Sobrepeso u obesidad
- Ingesta de alcohol
- Terapia hormonal de reemplazo
Más importantes
- Historia familiar directa de cáncer de mama
- Tener lesiones de alto riesgo en la mama por biopsia previa
- Ser portadora de ciertas mutaciones genéticas, como por ejemplo BRCA1 y BRCA2
“Los factores de riesgo también hay que tomarlos en su justa medida. La mayoría de las mujeres que desarrollan un cáncer de mama no tienen a su haber ningún factor de riesgo. Por el otro lado, las personas que tienen factores de riesgo para
un cáncer de mama tienen más probabilidades para desarrollar la enfermedad”, advierte la especialista.
¿Cómo influyen las emociones en la evolución de la enfermedad?
“La tristeza, la depresión o la rabia puede provocar que el tratamiento no sea tan efectivo”.
Es fundamental detenerse en este punto, porque éste es otro mito instalado. “En realidad, el pronóstico del cáncer de mama está relacionado con factores propios del tumor. Entonces, decir que una persona evoluciona mal solo porque tuvo pena no es posible”, asegura la doctora.
En este sentido, señala la especialista, es absolutamente normal que las pacientes diagnosticadas de cáncer de mama sientan miedo, pena, angustia, sufran y lloren y parte de nuestra labor es dar contención a estas emociones.
La asociación que sí es frecuente de observar es que aquéllas pacientes que aceptan el tratamiento con más serenidad, después que
el equipo médico se los ha explicado, tienden a tener una mejor tolerancia a los mismos.