María Begoña Martínez, estuvo toda su vida luchando contra el sobrepeso y la bulimia. Hoy a los 45 años, gracias al Centro de Nutrición y Bariátrica de Clínica Las Condes, bajó de peso y aprendió a “vivir mejor”.
“Toda la vida he tenido problemas de
sobrepeso, desde los 15 años. Recorrí todos los médicos, me dieron todos los
tipos de pastillas, con drogas, sin drogas, con estrellitas, sin estrellitas… Recorrí todo. Y al final ya estaba traumada. Los doctores me decían: “Te voy a disfrazar de flaca, tú vas a ser flaca, pero porque te voy a dar estos remedios, porque siempre vas a ser gorda”.
Yo lloraba y estaba convencida de que todo lo que me llevaba a la boca me engordaba. Y aunque con los tratamientos lograba bajar 10 kilos, siempre me sentía gorda. Me marcó tanto todo eso, que pasé por
bulimia, me metí los dedos en la boca, vomitaba siempre…, pasé por todo. Pero llegó un minuto en que me dije: “Por salud no puedo seguir tomando más pastillas, soy mamá, tengo niños y tengo que
empezar a aprender a comer sano, tengo que buscar una persona que me ayude de otra forma”.
Y justo un día por televisión hablaron del
Centro de Nutrición y Bariátrica y pensé en probar: “Este va a ser mi último intento de adelgazar, porque no puedo seguir toda mi vida igual”, me dije el año pasado.
Estaba aburrida de ir a comprarme ropa, pedir una cosa y que me dijeran que no estaba en mi talla o que quedaban prendas solamente en verde pistacho y mostaza. En el intertanto fui a una endocrinóloga que me aconsejó operarme, pero no era lo que yo quería.
Pedí una hora con la
nutrióloga de Clínica Las Condes, la doctora María José Scaffi: me entendió inmediatamente. Me dijo que yo no era de esas personas que estaban con sobrepeso porque comiera mucho, que muchas veces
en el sobrepeso había componentes psicológicos o genéticos, o que podía ser por
mala alimentación. Y yo comía pésimo. A veces tomaba desayuno y después no comía en todo el día, porque sentía que todo lo que comía me engordaba. En mi casa siempre he comido distinto al resto.
Tengo dos hijas y siempre me han visto súper preocupada de la comida. La doctora me dijo que tenía que alimentarme bien, que había formas de
comer sano, me dio una lista de comida y la kinesióloga me dijo que tenía que hacer
ejercicios.
Al poco tiempo
empecé a ver cambios mucho más rápidos que otras veces. La lista de alimentos es súper razonable, de hecho, es más de lo que yo comía normalmente y puedo salirme de la dieta los fines de semana. Desde junio del año pasado he bajado nueve kilos y la meta es bajar cuatro más.
Pero lo veo cercano, porque he aprendido a comer más sano, a ordenarme, a ser más organizada.
Vivo mejor. Y ya no le tengo miedo a volver a subir, porque cambié mis hábitos: ahora tengo en el auto una bolsita con almendras o nueces, y en el celular tengo alarmas que me suenan cuatro veces al día, porque ahora me preocupo de comer”.