La actividad física, en general, es beneficiosa para reducir la presión arterial. Pero ¿cuál es la que te conviene a ti? Depende de tu diagnóstico y circunstancias.
Hacer ejercicio es el remedio ideal. Sí, porque la actividad física ayuda a reducir la presión arterial al alterar la rigidez de los vasos sanguíneos para que la sangre fluya más libremente: efecto que se produce durante e inmediatamente después del entrenamiento.
Esto surgió luego de un trabajo publicado recientemente por el
Centro de Investigación de la Universidad de Arizona, que pidió a voluntarios con sobrepeso y problemas de presión arterial que se mantuvieran sentados durante una jornada de trabajo de ocho horas. Al medir la presión, como se suponía, fue poco saludable. Sin embargo, al día siguiente se les pidió a esos mismos participantes que permanecieran de pie 10 minutos durante cada hora: las lecturas de su presión arterial mejoró. Y fueron aún mejores cuando a esas mismas personas se les pidió caminar o pedalear.
Según esos resultados, la intensidad no pareciera tener un papel significativo en ayudar a controlar la hipertensión
(uno de los principales factores de riesgo de enfermedades cardiovasculares), es el movimiento lo que importa.
¿Cuánto caminar? Conoce cuánto es suficiente en el siguiente artículo:
A caminar se ha dicho.