Examen permite indicar el grado de inflamación y fibrosis de este órgano.
Luego del
diagnóstico de hígado graso, es probable que se indique la realización de varios exámenes, entre ellos, una
biopsia hepática.
La
doctora Leyla Nazal, gastroenteróloga de Clínica Las Condes, señala que este examen se realiza en casos seleccionados. “Se solicita para
documentar el grado de fibrosis o inflamación del hígado, así como para descartar otras causas de alteración de pruebas hepáticas o acumulación de grasa en el hígado, como hepatitis virales o autoinmunes”.
¿Quiénes se ven más afectados por el hígado graso?
Generalmente los adultos se ven más afectados con hígado graso, sin embargo, han aumentado los casos de jóvenes, e incluso
niños.
“Es una enfermedad que se está viendo cada vez más y que se caracteriza porque el hígado comienza a acumular gran cantidad de células grasas, pudiendo inflamarse y terminar con un
hígado lleno de cicatrices, cirrosis y hasta cáncer”, explica la especialista.
Cabe mencionar que el hígado graso se asocia en un 80 a 90 por ciento a obesidad y enfermedades metabólicas como la diabetes. “La epidemia de obesidad en el mundo ha hecho que se adelante la edad de diagnóstico”, dice la doctora Nazal.
Por otro lado, los pacientes que tienen
fibrosis o cirrosis tienen mayor riesgo de desarrollar
hepatocarcinoma o cáncer hepático. “Se calcula que el 13 % aproximadamente de los cánceres hepáticos son en pacientes con esteatohepatitis o inflamación del hígado”, agrega la gastroenteróloga.
El hígado graso es factor de riesgo para un cáncer
En los seres humanos, el hígado es el órgano sólido más grande. No sólo es el encargado de secretar bilis, también tiene un rol desintoxicante y metabólico.
En circunstancias normales, un hígado tiene 0% de células grasas, pero hoy, debido a las dietas ricas en grasas, azúcares y el envejecimiento de la población, están aumentando los casos de
hígados grasos, es decir personas que tienen un 5% de su hígado ocupado por células grasas.
Según explica la doctora Leyla Nazal, estos depósitos de grasas pueden causar la inflamación del hígado o daño hepático, una condición que se conoce como
esteatohepatitis no alcohólica (EHNA).
“Aproximadamente el 25 % de los pacientes con hígado graso progresarán a esteatohepatitis o inflamación del hígado, y un porcentaje similar de estos progresará a cirrosis en un tiempo variable, habitualmente décadas, dependiendo de otros factores como obesidad, consumo de alcohol, entre otros”, explica la especialista.
El problema es que el hígado graso, por lo general, no da muchos síntomas, por lo que la afección se descubre tarde.
“
La grasa en el hígado puede llevar a una fibrosis progresiva de éste, distorsionándose su forma o arquitectura. La fibrosis se divide en etapas, siendo el máximo grado de fibrosis la cirrosis, momento en el cual el hígado se vuelve nodular. La importancia de la detección precoz es que las etapas iniciales suelen ser reversibles, no así la cirrosis avanzada”, señala la doctora.
La detección precoz es clave. Aproximadamente el 13 % de los canceres hepáticos son en pacientes con esteatohepatitis.