Un mal diagnóstico puede empeorar el daño del tubo digestivo.
La
colitis ulcerosa y la enfermedad de Crohn son dos
enfermedades inflamatorias intestinales (EII) que comparten una característica: el daño o la inflamación crónica del tubo digestivo.
El
doctor Patricio Ibáñez, gastroenterólogo de Clínica Las Condes y jefe del Programa de Enfermedades Inflamatorias Intestinales señala que en el caso de la colitis ulcerosa, los principales síntomas son
sangrado rectal, sensación de urgencia para ir al baño, de no poder defecar o quedar con ganas. La enfermedad de Crohn, en cambio, tiene síntomas más amplios que pueden incluir
dolor abdominal (continuo o intermitente) y
diarrea con o sin sangre.
La diferencia con el síndrome de colon o
intestino irritable es que en este último no hay presencia de sangre en las deposiciones, tampoco baja de peso y el dolor es moderado.
“Un
mal diagnóstico puede hacer que la enfermedad siga progresando y los daños se hagan cada vez más intensos y cuando ya está muy avanzada el tratamiento médico no logra revertirla. Además, la enfermedad activa se asocia a un mayor riesgo de un cáncer de colon. Después de diez años de enfermedad, éste puede llegar a un 20 o 25%”, indica el especialista.
En las EII, las bacterias que viven en el intestino (
microbiota intestinal) cumplen un rol fundamental. Se ha visto que, en pacientes con estas enfermedades, las bacterias intestinales están desreguladas, teniendo una menor proporción de bacterias antiinflamatorias, dice el doctor Ibáñez.
Uno de los objetivos del
Programa de Enfermedades Inflamatorias Intestinales de Clínica Las Condes es que el paciente logre sentirse bien en forma permanente a lo largo del tiempo. Es decir, sin dolor abdominal, sin diarrea y sin síntomas extraintestinales como
fatiga o dolores articulares, entre otros.
“Para lograr el bienestar del paciente tiene que existir un control más profundo del daño en el intestino y no sólo tratar los síntomas de manera superficial, porque es ahí cuando la enfermedad se reactiva. Es fundamental curar las heridas del intestino (curación de la mucosa) e, incluso, tratar de que a nivel microscópico el daño también se encuentre reparado”, dice el doctor Ibáñez.