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Enfermedad de Crohn y Colitis Ulcerosa

04 de mayo, 2017 Tratamiento y Recuperación
Un tratamiento adecuado permite tener una enfermedad controlada y vivir mejor.

No son fáciles de diagnosticar. En la enfermedad inflamatoria intestinal (EEI) los síntomas son inespecíficos y pueden confundirse, además de tener períodos de actividad y otros con escasos o nulos síntomas. Así son este grupo de enfermedades crónicas, entre las que se cuenta la enfermedad de Crohn y la colitis ulcerosa y que hoy, gracias a un tratamiento adecuado, se pueden controlar, permitiendo a los pacientes llevar una vida completamente normal.

Ambas enfermedades afectan predominantemente a personas de entre 20 y 40 años, pero también pueden sufrirlas niños, adolescentes y mayores de 60 o 65 años. De hecho, se estima que en Chile hay unas 20 mil personas con estas enfermedades.

El doctor Patricio Ibáñez, del equipo de Gastroenterología de Clínica Las Condes, explica que la causa de estas enfermedades que dañan el tubo digestivo se desconoce: “Existen varios factores que han sido vinculados a su desarrollo. Hay algunos genéticos y ambientales, sin embargo, no es una enfermedad hereditaria. Es decir, las personas que tienen antecedentes de algún familiar con enfermedad inflamatoria tienen mayor predisposición a hacerla, pero no necesariamente la van a padecer. Más del 90% de las personas con enfermedad inflamatoria intestinal no tienen ningún pariente con la enfermedad”.

En esos términos, existen factores ambientales que aumentan el riesgo de estas dos enfermedades, como el tabaquismo, el uso de anti-inflamatorios y algunas infecciones.

El doctor Ibáñez comenta que en los períodos con síntomas se puede presentar dolor abdominal y diarreas con o sin sangre (que muchas veces se caracteriza por con cierta urgencia para ir al baño). “En el caso de colitis ulcerosa, se puede manifestar con diarrea con sangre y una sensación de pujo permanente. El dolor abdominal difuso con o sin diarrea es uno de los hechos centrales en la enfermedad de Crohn”, señala.

En la colitis ulcerosa el más afectado es el colon, mientras que la enfermedad de Crohn provoca daño en el intestino más allá del colon (pudiendo afectar la última parte del intestino delgado o más arriba, hacia el tubo digestivo). “Para diagnosticar y definir qué enfermedad es, se debe considerar la historia clínica del paciente, un examen físico acucioso y exámenes como colonoscopías y biopsias”, cuenta el especialista.

También es necesario realizar estudio de imágenes, como escáner, resonancia magnética o un examen que permite observar el tubo digestivo mediante una pequeña cámara, similar a una cápsula, que el paciente puede tragar.

Si el afectado es el intestino delgado, la colonoscopía puede salir completamente normal. Eso lleva a que muchas personas que tienen enfermedad de Crohn no sean diagnosticadas oportunamente”, explica. Si estas patologías están bien controladas, el paciente no siente molestias y el intestino puede incluso sanar. Pero si se dejan a su suerte, pueden tener un curso oscilante, con períodos activos y de remisión.

Una enfermedad bien controlada puede permitir una vida y una dieta normales. En los períodos activos, se recomienda dieta blanda. A veces los pacientes se sienten mejor si dejan de comer derivados de la leche o harinas, pero no hay estudios científicos categóricos que digan que tienen que llevar una dieta especial”, aclara.

Además de los síntomas intestinales, en algunas oportunidades se presentan con dolor en las articulaciones, fatiga, aftas en la boca, dificultades en la visión o lesiones en la piel, pero los pacientes no siempre los mencionan en la cita con el gastroenterólogo porque piensan que no están relacionadas. “Esto ocurre porque al producirse daño en el intestino, surgen también sustancias que son capaces de pasar a la sangre y afectar otras zonas del cuerpo”, precisa el médico.
 

Equipo multidisciplinario



El mejor tratamiento es el que pueden otorgar centros que tengan los especialistas para una evaluación multidisciplinaria, como es el grupo de Enfermedad Inflamatoria de Clínica Las Condes, que junto al doctor Ibáñez lo integran los facultativos Jaime Lubascher, Carolina Figueroa, Udo Kromberg y las enfermeras Lilian Flores y Daniela Simian.

Hay varias opciones de tratamiento y éstos se deben adecuar a cada persona según el tiempo de la enfermedad y zona del intestino dañada. La mayoría de los medicamentos se pueden utilizar incluso durante el embarazo.

“En general, son medicamentos que ayudan a la cicatrización de las heridas del intestino, y otros que ayudan a modular el sistema inmunitario, para controlar adecuadamente la enfermedad”, señala el doctor Ibáñez.

 

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