En la actualidad existe plena noción de que el embarazo “no es una enfermedad”, sino un estado absolutamente natural de la mujer que, dado los cambios cardiovasculares, metabólicos y osteomusculares, sólo requiere algunas precauciones específicas que las pacientes deben conocer:
- Controles prenatales: al planificar las vacaciones es conveniente no distanciar mucho los controles con el ginecólogo, especialmente durante el último trimestre de gestación, cuando deben ser más seguidos.
- Moverse moderadamente: al salir de la rutina diaria se debe tratar de mantener una actividad física normal de bajo impacto y no traumática, para evitar cualquier tipo de complicaciones.
- Hidratarse bien: debido a que las mayores temperaturas aumentan la pérdida de agua, y a que en los últimos meses de gestación aumentan las necesidades de líquido, es importante hidratarse bien durante el día. Las embarazadas que no se hidratan bien corren más riesgos de desarrollar infecciones urinarias y/o sufrir contracciones uterinas.
- No relajarse con las comidas: independiente de que no es recomendable subir mucho de peso –a consecuencia de los “permisos” que uno suele darse en vacaciones–, dejar los horarios acostumbrados también puede tener efectos negativos en el embarazo y aumentar el estreñimiento. Es importante seguir alimentándose en forma fraccionada durante el día, porque comer mucho y estar luego seis horas sin probar nada no es bueno desde el punto de vista del balance metabólico.
- Viajes “con escala”: en caso de viajes largos –ya sea en auto o en avión– es necesario parar cada dos horas a caminar o realizar ejercicios con las piernas. En el embarazo hay una actividad protrombótica, por lo que es importante no permanecer sentada en forma estática durante mucho tiempo. Tampoco se aconseja aguantar las ganas de ir al baño, porque también puede dar lugar a infecciones urinarias.
- Ojo con el sol: durante el embarazo hay una hiperpigmentación de la piel en ciertas zonas, lo cual puede verse agravado por efecto del sol e incluso no desaparecer después del parto. La recomendación es aplicarse factor de protección solar (FPS) durante todo el día, no sólo al ir a la playa, y usar sombrero y anteojos de sol. Hay que tener mucho cuidado con la insolación; la deshidratación en el embarazo puede provocar síntomas de parto prematuro y mayor riesgo de infecciones urinarias.
- Botiquín de embarazo: es aconsejable viajar con los medicamentos que pueden utilizarse en caso de dolor de cabeza, además de algún antiespasmódico y antigripal que el médico de cabecera indique en caso de ser necesario.
- No a las termas: si bien las piscinas públicas no necesariamente incrementan el riesgo de infecciones aún cuando sean temperadas–, es importante tener conciencia del control sanitario al que están sometidas. Mención aparte merecen las termas: se trata de aguas que están a una temperatura excesivamente alta en comparación a la del cuerpo.
Signos de alarma
Si tienes cualquiera de estos síntomas, tómalos como signos de alarma y contacta a tu médico:
- Contracciones uterinas frecuentes y/o dolorosas.
- Sangramiento.
- Pérdida de flujo mayor que lo habitual.
- Traumatismos que puedan repercutir en el embarazo o que impacten directamente el abdomen.
- Cefaleas prolongadas.
- Náuseas y/o vómitos persistentes.
- Ingesta de un fármaco contraindicado.
- Insolación y/o deshidratación.
- Fiebre alta, dolores musculares, sensación de estado gripal severo.