Al igual que ocurre en la mayoría de los trastornos del neurodesarrollo, son más los varones afectados.
La
discapacidad intelectual se incluye dentro de la categoría más general de
trastornos del neurodesarrollo, un grupo de condiciones que se inician precozmente en el desarrollo, a menudo antes del inicio de la escolaridad, y que se caracterizan por un déficit que produce dificultades de funcionamiento personal-social académico u ocupacional, explica la
doctora Isabel López, neuróloga de Clínica Las Condes.
Estos déficits, pueden ir desde limitaciones muy específicas en el aprendizaje o en el control de funciones ejecutivas, hasta dificultades globales en habilidades sociales o cognitivas. Se estima que la discapacidad intelectual afecta a alrededor de un 2 a 3% de la población, mientras que la
discapacidad intelectual severa, alrededor de 0,5%.
No afecta a hombres y mujeres por igual. “Prácticamente todos los trastornos del neurodesarrollo
afectan en mayor proporción a los niños. Esta mayor proporción se debe en parte a la prevalencia de síndromes genéticos que se transmiten ligados al cromosoma X que se manifiestan en varones y que producen déficit cognitivo. Entre los factores que se asocian a un mayor riesgo están el bajo peso de nacimiento y la mayor edad materna”, señala la doctora López.
La discapacidad intelectual tiene múltiples y variadas causas. Puede surgir a partir de
enfermedades genéticas y metabólicas, por
causas prenatales como exposición a alcohol, tóxicos o infecciones congénitas;
causas perinatales como asfixia, infecciones y prematuridad extrema; otras
postnatales como exposición a tóxicos, infecciones del SNC, traumas y accidentes vasculares. “En muchos casos, especialmente en las discapacidades leves, las causas no logran identificarse”, dice la neuróloga.
“Con frecuencia ocurre que los trastornos del neurodesarrollo se desarrollan al mismo tiempo. Por ejemplo, un niño con
trastorno del espectro autista a menudo tiene discapacidad intelectual y muchos niños con trastorno de
déficit de atención e hiperactividad (TDAH) también tienen trastornos específicos del aprendizaje”, indica la especialista.
Detección precoz de la discapacidad intelectual
Según el tipo de déficit, se pueden generar limitaciones muy específicas en el
aprendizaje o en el
control de funciones ejecutivas hasta dificultades globales en habilidades sociales o cognitivas, indica la doctora Isabel López.
“Se hacen grandes esfuerzos para lograr la detección temprana, especialmente de aquellas enfermedades en que el diagnóstico oportuno permite un tratamiento que previene la discapacidad intelectual, como son la
fenilquetonuria y el hipotiroidismo congénito”, señala la especialista.
Desde hace años, en
Clínica Las Condes, se realiza una pesquisa neonatal ampliada que detecta muchas otras enfermedades metabólicas además de las mencionadas.
“La detección precoz es crucial. Sabemos que los primeros años de vida son fundamentales para el desarrollo futuro de las personas. La identificación temprana de problemas del desarrollo, cualquier que estos sean, permite una referencia oportuna a tratamientos y sabemos que las intervenciones o terapias a mayor precocidad, mayor efectividad”, recalca la doctora López.
Tratamiento individual de la discapacidad
El
tratamiento es individual. Las indicaciones son a la medida y dependiendo de la situación particular de cada niño. “Se orientará en primer lugar a la identificación y tratamiento de problemas específicos que pueden afectar el funcionamiento del niño (trastorno del sueño, epilepsia, trastorno de déficit de atención); luego al trabajo sistemático con profesionales especialistas que realizarán siempre en equipo con la familia y considerando la integralidad de las personas”, indica la especialista.
Los neurólogos son los que coordinan el equipo de trabajo y junto con el equipo definen los objetivos de tratamiento para cada etapa, dirigen la planificación de las intervenciones que se llevarán a cabo y evaluar periódicamente sus resultados
El rol de los padres es clave. “Son ellos quienes más conocen a sus hijos y, por lo tanto, quienes mejor identifican sus dificultades y saben qué los hace felices”, cuenta la doctora López. Los padres se deben involucrar en las terapias, en el colegio. Los mejores resultados pasan por padres comprometidos y resueltos a avanzar, insiste.