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Médico con vacuna

COVID-19: Las etapas para una vacuna

14 de julio, 2020 Tratamiento y Recuperación
El proceso para la elaboración y aprobación de una vacuna suele demorar más de 10 años. Sin embargo, el coronavirus ha desatado una carrera que podría permitir tener a disposición una en tiempo récord.

Para ello, el doctor Rodolfo Villena, pediatra infectólogo de la Clínica Las Condes, explica que la colaboración mundial ha permitido acelerar la producción de una vacuna contra el COVID-19.
 
“La ayuda entre naciones y empresas ha permitido que existan 160 vacunas candidatas en todo el mundo, de las cuales 21 están siendo probadas en humanos. Las más avanzadas son los prototipos de Oxford y de China, que están en la última etapa de estudio”, señala.
 
Esto puede hacer esperar que, quizás, se pueda contar con una vacuna probada y certificada en un plazo menor a los dos años.
 
 

Las distintas fases

 
 
Las etapas que tiene pasar una vacuna suelen ser tres luego de que ya se ha elaborado un prototipo candidato que haya superado una "fase 0" o preclínica, que involucra pruebas in vitro y en animales como ratones. Recién ahí comienza su testeo en humanos o su “fase clínica”.
 
Para estas pruebas se requieren voluntarios que quieran cooperar en estos estudios. El infectólogo indica que “hoy se está eligiendo a trabajadores de la salud de primera línea como voluntarios, porque con ellos se sabe rápidamente si la vacuna protege o no”.
 
Las etapas de prueba en humanos son:
 
  • Primera fase: La vacuna se prueba en grupos de menos de 100 personas sanas.
  • Segunda fase: Se mide la respuesta inmune en varios cientos de voluntarios.
  • Tercera fase: Se estudia la eficacia y cuánto protege la vacuna en miles de personas, comparándose además la evolución de los voluntarios vacunados, respecto a los que no se han inmunizado.
 
El doctor Villena detalla que existen algunos requisitos para que estas pruebas sean aprobadas por las entidades regulatorias correspondientes. Entre estos, cabe mencionar:
 
  • Los voluntarios deben ser vacunados con el prototipo o un placebo, sin que ellos lo sepan, para determinar qué tan eficaz es la inoculación. “A esta dinámica se le conoce como doble ciego: nadie sabe qué inyectó o qué le inyectaron, hasta que concluye el estudio”, agrega.
 
El especialista plantea que la rapidez de estos testeos y su respectiva validación para una pronta vacuna de acceso masivo, es vital para que se pueda controlar eficazmente la enfermedad y volver a la normalidad. “Por eso, es muy importante poder participar y trabajar en los estudios para tener cierta visibilidad y prioridad cuando sean registradas”, concluye.
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