Displasia de cadera, el correcto uso de zapatos, fracturas y esguinces, son algunos de los factores a los que los padres deben estar alertas para consultar al traumatólogo. Conoce más a continuación.
Junto a la
doctora Daniela Aguirre , traumatóloga infantil de Clínica Las Condes, Centro Médico Peñalolén y Centro Médico Chicureo, revisamos los principales problemas relacionados a la traumatología infantil y que son importantes de abordar en las distintas etapas de crecimiento de los niños.
1. Primera visita al traumatólogo: chequeo de displasia de cadera
La
displasia de cadera es una de las malformaciones congénitas más frecuentes entre la población. Se estima que 1 de cada 500 nacidos tiene este problema. Su pesquisa debe realizarse a los 3 meses de vida con una
radiografía de pelvis; si existen
factores de riesgo para displasia el diagnóstico se adelanta con una
ecografía al mes de vida.
Si se pesquisa tempranamente, el tratamiento es usar
correas de Pavlik; un arnés que tiene por función mantener durante algunos meses las piernas abiertas -o abducidas-, favoreciendo así la correcta maduración de las caderas.
“
Es fundamental realizar un diagnóstico oportuno, pues el inicio precoz del tratamiento incide directamente en el resultado y en la necesidad, o no, de realizar intervenciones quirúrgicas. Una cadera displásica que no es diagnosticada o tratada a tiempo,
puede generar problemas en la vida adulta, principalmente
artrosis precoz con el consiguiente dolor y discapacidad funcional”, asegura la especialista.
2. Aprender a caminar y el uso de zapatos
En promedio, y de no mediar una enfermedad neurológica, los niños comienzan a caminar entre los
12 y 18 meses.
El
calzado ideal es aquel que protege al niño del frío y de sufrir heridas al caminar por superficies irregulares. En términos generales,
un zapato adecuado debe:
- Ser fabricado con una tela respirable.
- Tener un contrafuerte firme para evitar lesiones por torsión a nivel del tobillo
- Ser liviano y flexible para acompañar el movimiento natural del pie, con una base de apoyo estable.
- Tener una horma ancha o redondeada para que los dedos se ubiquen libremente al interior.
- Poseer suela antideslizante.
- Incorporar algún sistema de absorción de impacto (en la suela o en el interior del calzado).
3. Caminar chueco
Un motivo de consulta frecuente es
la forma de caminar de los niños. Los padres o abuelos se preocupan porque caminan con los
“pies hacia adentro”. En la mayoría de los casos esta condición es normal y parte del desarrollo fisiológico de los niños.
La doctora advierte que, “sin embargo, cuando la alteración de la marcha se asocia a caídas frecuentes, inestabilidad, incapacidad de desarrollar ciertos ejercicios en educación física, es mejor acudir a una evaluación ortopédica en Traumatología Infantil para descartar otras causas”.
4. Rodillas arqueadas o juntas
Las deformidades angulares alrededor de las
rodillas pueden ser de 2 tipos:
Genu Varo (piernas arqueadas) y
Genu Valgo (rodillas juntas). Ambas se presentan en distintas etapas del crecimiento de los niños, y, hasta cierta edad, se consideran una alteración fisiológica o propia del desarrollo.
Es importante consultar cuando las rodillas arqueadas persisten más allá de los 2 años. Si, por el contrario, el niño o niña camina con las rodillas juntas y los pies separados más allá de los 7 años, o si esto se asocia a dolor de rodilla, hay que consultar.
5. Pie plano
El
pie plano se caracteriza por ausencia de arco longitudinal del pie, en la región plantar interna. Si el pie plano produce dolor, es conveniente evaluar y tratar.
“A veces, el motivo de consulta es dolor en los pies o caídas y esguinces frecuentes; y es en esos controles donde frecuentemente se diagnostica el pie plano”, indica la traumatóloga.
6. Escoliosis
La
escoliosis puede ser detectada en los primeros años de vida mayoritariamente en casos de patología congénita o neuromuscular; sin embargo, la escoliosis más frecuente se presenta en la adolescencia, cercana a la pubertad.
El 3% de la población padece una anomalía de columna desviada, siendo niñas y mujeres las más afectadas.
7. Dolor de crecimiento
Un motivo de inquietud de padres y abuelos son los denominados
dolores de crecimiento; su causa es desconocida y en terminología clínica se conoce como “
dolor óseo recurrente benigno”. Se trata de episodios de dolor en extremidades inferiores, de predominio nocturno y que puede afectar a niños desde los 3 años.
La característica más distintiva es que el dolor es difuso y al día siguiente de un cuadro de dolor, los niños no presentan síntomas.
Los padres deben preocuparse cuando:
- El niño no quiere jugar o cojea en forma persistente.
- Los dolores se presentan tanto de día como de noche.
- El dolor no pasa con masajes o analgésicos.
- El dolor es recurrente en un mismo lugar.
- El dolor se asocia a baja de peso o decaimiento.
8. Fracturas y esguinces
El esqueleto de los niños está en desarrollo, esto es, no está completamente osificado, por lo que pueden ocurrir lesiones en las zonas de crecimiento activo del hueso, llamadas
cartílago de crecimiento. Esas lesiones no son siempre evidentes en la primera radiografía que se solicita en el Servicio de Urgencia.
Una lesión a través de estos cartílagos de crecimiento puede producir deformidad en el hueso afectado a largo plazo, por lo que es importante la consulta precoz al momento del accidente y, en algunos casos, hacer un seguimiento anual con radiografías para descartar potenciales secuelas.