Recomendaciones para prevenir trastornos de la conducta alimentaria
24 de noviembre, 2017
·Adolescentes
Padres y adultos que están encargados de la educación y formación de los menores, deben dar el ejemplo.
Los Trastornos de la Conducta Alimentaria (
TAC) se presentan generalmente en
adolescentes y mujeres jóvenes. Se trata de un problema multifactorial en el que inciden varios factores biológicos, psicológicos y sociales, pero que se puede intentar evitar.
¿Qué pueden hacer los padres para prevenir este tipo de trastornos?
Según la
doctora Verónica Gaete, pediatra especialista en adolescencia del Centro de Adolescentes y Jóvenes de Clínica Las Condes, existen 9 recomendaciones que debes seguir:
- Educar y fomentar una alimentación saludable, sin caer en extremos (dar el ejemplo).
- Promover una actividad física moderada, que idealmente involucre socialización.
- Favorecer la construcción de una autoestima adecuada.
- Evitar poner un excesivo énfasis en el peso y la figura.
- Informar a los hijos que no es recomendable hacer dietas, porque muchas de ellas son contraproducentes.
- Evitar que los jóvenes realicen dietas agresivas, porque éstas suelen ser el punto de entrada a los trastornos alimentarios.
- Comer en familia en forma regular, evitando los conflictos.
- Frente a la evidencia de dietas inapropiadas, preocupación excesiva por el peso, baja o incremento importante de peso, indagar cuanto antes con un especialista.
- Estar atentos a los sitios de Internet que visitan las adolescentes.
El tratamiento de los trastornos de la conducta alimentaria busca, en primer lugar,
la recuperación del peso, la
rehabilitación nutricional y la normalización de
hábitos alimentarios saludables.
“La rehabilitación nutricional constituye uno de los tres pilares básicos del tratamiento de los TCA, tanto por la necesidad de recuperación nutricional del paciente, como porque la nutrición inadecuada, las conductas alimentarias alteradas y las ideas erróneas acerca de la comida, la alimentación y el peso mantienen estas patologías.
Además, corregir
secuelas biológicas y psicológicas de la mala alimentación, disminuir sintomatología ansiosa, depresiva, pensamientos obsesivos y lograr reestructuración psicológica, dirigido a mantener el peso y hábitos alimentarios saludables conseguidos.