En los niños, la incidencia de una alergia alimentaria puede llegar casi al 8 por ciento.
Una
alergia alimentaria es una reacción de hipersensibilidad con respuesta inmune ante un alimento o un aditivo que éste contenga. Su incidencia se ha duplicado en el mundo y hoy va del 2% al 7,5%. En los niños se da el porcentaje más alto.
El
aumento se explica no sólo por mejor diagnóstico, sino que en él influyen desde factores hereditarios a trastornos de la flora intestinal del lactante, aunque también se habla de la “teoría de la higiene”, que supone que el exceso de limpieza en hogares y entornos, ha llevado a una disminución en la exposición a las bacterias a temprana edad, por lo tanto, al no estar expuesto a infecciones a que responder, el organismo reacciona con lo que recibe.
La doctora
Mónica González, gastroenteróloga infantil de Clínica Las Condes, indica que los alimentos que están produciendo en mayor número estas alergias alimentarias son las
proteínas y, de ellas, la más frecuentes es la proteína de la leche de vaca el primer año de vida o la de la soya, aunque esta última es menos común. El huevo, pescado, mariscos, frutos secos y el trigo, también pueden provocar reacciones alérgicas.
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La alergia a la leche de vaca y al huevo son las más frecuentes en niños pequeños, y pueden plantear grandes desafíos a los padres, ya que ambos productos se utilizan en muchos alimentos de consumo infantil", señala la especialista.
¿Cómo se diagnostica una alergia alimentaria?
Para realizar el diagnóstico de alergia alimentaria lo más importante es la
prueba de ensayo y error que, por ejemplo, restringe por un mes el consumo de proteína de leche de vaca y ve si desparecen los síntomas. Si al reintroducirla el alérgeno se reproducen los síntomas, es que se ha detectado al culpable.
El único tratamiento comprobado es evitar el consumo del alimento que produce la reacción.