Trabajar este aspecto en la niñez es fundamental para el desarrollo emocional y para afrontar de mejor manera los retos y situaciones que se presentan en la vida.
¿Tu hijo se enoja o llora cuando algo no le resulta cómo quiere? Los niños manejan de forma diferente las distintas emociones, por lo tanto, como adultos debemos ayudarlos a manejarlas de mejor manera y, de acuerdo con su edad, los sentimientos de tristeza, rabia e impotencia frente a circunstancias cotidianas.
“La tolerancia a la frustración es un estado emocional y conductual que implica la capacidad de espera, de calma, de paciencia con una actitud reflexiva frente a situaciones en las que un deseo, proyecto, o una expectativa no se satisface o no se cumple”, explica Camila Concha, psicóloga infantil de Clínica Las Condes.
¿Cómo identificar niños con baja tolerancia a la frustración?
A medida que los niños van ganando autonomía y comienzan a gestionar sus sentimientos, también comienzan a enfrentar situaciones que no pueden manejar, generado frustración en ellos.
Esto se complejiza cuando los niños se encuentran en ambientes muy rígidos, se aburren rápido o no se adaptan bien a los cambios. “Un comportamiento muy evidente de una baja tolerancia a la frustración es cuando la reacción inmediata a la no satisfacción es un llanto o un berrinche. Esto es normativo y esperable cuando es un niño preescolar de 2 a 4 años, pero es una señal de importante alerta cuando ya es un niño mayor, ya en etapa escolar”. Además, la especialista nos indica que debemos estar atentos a las siguientes señales:
- Aparecen desajustes o descontroles emocionales relacionados con impulsividad.
- Tendencia a presentar muy fácilmente estados ansiosos.
- Comienzan a evitar nuevos desafíos anticipando que van a tener un fracaso o una derrota.
- Hay poca adaptación a los cambios o a situaciones nuevas.
- Cuando la frustración llega a tal nivel que el niño se auto agrede o puede llegar a agredir a otros al no ver satisfechas sus necesidades.
- Si no le funciona algo (como un dibujo o la ejecución de una tarea) lanza cosas, se manifiesta rígidamente ofuscado y sin aceptar volver a hacer las cosas de otra forma.
¿Cuándo consultar con el especialista?
Los padres o cuidadores deben consultar a un profesional cuando estas conductas se exacerban y se instalan como una respuesta rígida frente a las situaciones que no salen como los niños esperaban. También cuando la intensidad, frecuencia o duración de estos episodios se vuelve muy elevada, y si estas conductas conllevan agresividad a uno mismo o hacia otros.
Manejar y gestionar la frustración.
Como padres, debemos acompañar y educar a los niños sobre las emociones, ya que estas muchas veces los pueden sobrepasar. Hay diferentes formas de abordarlas y reaccionar frente a ellas, como lo indica la psicóloga: “Lo más importante es que los adultos ayuden a gestionar las vivencias afectivas de los niños y esto parte por algo tan elemental como ayudarlos a identificar sus emociones, que sean capaces de nombrar lo que les está ocurriendo. También anticiparles que, en ciertos contextos, puede que las cosas no resulten como esperaban, que no se satisfagan sus deseos o, por lo menos, no inmediatamente".
Por otro lado, es importante tener conciencia que como padres debemos ser buenos modelos cuando presentamos nuestra tolerancia a la frustración y cómo la manejamos frente a los niños, ya que ellos seguirán el ejemplo de lo que ven. “Algo que veo bastante en la práctica clínica, es que se consulta porque los niños no presentan una buena tolerancia a la frustración, pero cuando empiezas a ahondar en cómo el adulto lidió con sus propias vivencias, te das cuenta de que es un tema de modelaje, aprendizaje observacional, en realidad el niño está expuesto a que los padres reaccionen de manera muy expansiva, incluso agresiva, cuando no funcionan las cosas. Es evidente que, en ese contexto, un niño no va a desarrollar esa capacidad”, expresa la especialista CLC.
Tips para trabajar la tolerancia a la frustración en niños:
- Dar el ejemplo como padres y manejar situaciones frustrantes de manera correcta.
- Explicarles que, en muchas actividades, el disfrute está en el proceso y no el resultado final.
- Disminuir la instalación de la competitividad, sin que la recompensa sea ganarles a otros, sino que sea disfrutar el momento.
- Enseñarles a perder. Los juegos de mesa son una buena alternativa para gestionar la tolerancia a la frustración, porque se manejan turnos o son colaborativos.
- Anticiparle a los niños que en muchas ocasiones no todo va a salir como ellos quieren, validar su malestar y revisar otras formas en las que se pudieron haber hecho las cosas.
- Enseñarles que está bien pedir ayuda.