Robot permite procedimientos más exactos y menos invasivos.
Así como cuando se pudo comenzar a operar con el paciente bajo anestesia, o cuando se desarrollaron los primeros antibióticos o la
laparoscopía que permitió que una pequeña cámara se pudiera introducir en el cuerpo para ver qué pasaba en el interior. Una revolución de este tipo es la que generó la cirugía robótica en el mundo de la medicina a nivel mundial.
El
doctor Sergio Guzmán, urólogo y jefe del Centro de Robótica de Clínica Las Condes, explica que más que un tendencia, la cirugía robótica es una verdadera revolución ya que permite gracias a un robot, hacer un trabajo más fino pero siempre manejado por un médico cirujano.
“El sueño es poder operar con los
robots a distancia”, dice el especialista. Hoy se puede hacer a 3 o 10 metros de distancia entre el médico y el robot dependiendo del tamaño del pabellón, pero en teoría, se podría operar desde un continente a otro según la velocidad de internet.
Cuando recién se desarrolló esta tecnología la utilizaban los
cardiólogos, pero al poco tiempo, los urólogos la tomaron para las
cirugías de cáncer de próstata y convirtieron esta técnica en rutina. “La próstata está al fondo de la pelvis. Cuando operábamos con laparoscopía había que hacer malabares para llegar a la zona. Con la robótica vino la revolución. Se comienzan a interesar otros cirujanos, después los
ginecólogos,
los cirujanos de cabeza y cuello y los otorrinos”, cuenta el doctor Guzmán. Todos ellos buscando tratamientos menos invasivos.
“El control remoto está muy bien hecho y el cirujano mueve las manos para que el robot se mueva. Así se puede alcanzar lugares difíciles, en forma precisas y uno tiene la sensación de que trabaja con movimientos naturales. Pero el robot no piensa solo, tampoco transmite tacto y tiene más fuerza que el ser humano”, señala el urólogo. Se espera que, en los próximos años, las nuevas generaciones de robot incorporen la
sensación del tacto para facilitar el trabajo de los cirujanos.
“Sin tacto, el cirujano se entrena para que se crucen los sentidos y se produzca la sinestesia. Uno se entrena y siente el tacto con la vista. El camino para entrenarse es lento, largo y pocos lo hacen”, señala el doctor Guzmán.