Entérate cómo Diego Bustos, nunca bajó sus brazos frente a la leucemia.
Con solo 23 años, Diego tuvo que pasar por uno de los momentos más difíciles de su vida. Cuando llevaba a penas dos semanas trabajando en una institución de salud mental en su ciudad natal, Putaendo, se sintió mal y debió ir al médico por una amigdalitis.
Luego de una semana con fiebre muy alta que no respondía al tratamiento habitual, malestares y sangrado de nariz, se dirigió al Hospital de San Felipe, donde le realizaron un
hemograma y sus resultados fueron preocupantes, ya que el doctor sospechó inmediatamente que podría ser
leucemia. Según cuenta Diego, todo ocurrió muy rápido desde esos primeros resultados: “estuve el fin de semana ahí y el lunes me trasladaron de urgencia a un centro asistencial de Viña del Mar porque aún no me bajaba la fiebre con los medicamentos fuertes. Ya en ese hospital me hicieron una
punción lumbar y me detectaron la
leucemia. El doctor me dijo que tenía un 68% de probabilidad que las
quimioterapias no me sirvieran y si no resultaban, tenía aproximadamente seis meses de vida”.
Al día siguiente comenzó su tratamiento para este agresivo
cáncer a la sangre: “En mi caso, lamentablemente tenía muy bajo porcentaje de supervivencia y gracias a Dios, luego de un par de meses de quimioterapia en Viña, salí en
remisión. Como era muy grave mi
leucemia, el doctor se contactó con mi familia para que se hicieran el examen de compatibilidad para un trasplante de médula ósea, mi papá, mi mamá y mi hermana”, cuenta Diego.
Luego de varios meses de espera, tuvo buenas noticias. En el hospital le informaron que recibiría un
trasplante de médula ósea en Clínica Las Condes: “gracias a dios me topé con el mejor médico, el
Dr. Pablo Ramírez y ahí me contó que el donante sería mi papá con un 85% de compatibilidad, que es casi imposible que un padre sea compatible con un hijo, porque en la mayoría de los casos tienen un 40 o 45% de compatibilidad”.
En cuanto a su
experiencia en CLC, Diego nos cuenta: “Me trataron espectacular, porque mis papás iban todos los fines de semana a verme y mi polola también, estaban al lado mío, me podían conversar y eso
me ayudó mucho a subir el ánimo, la esperanza y todo para salir adelante. La clínica hasta el día de hoy
es como llegar a mi segunda casa, voy al cuarto piso donde estuve hospitalizado a saludar a las enfermeras, TENS y al equipo”.
Gracias a esta nueva oportunidad de vida, Diego quiere retribuir toda la ayuda que recibió en este proceso y es por esto por lo que apenas pueda volver a trabajar, quiere ahorrar dinero y estudiar para ser enfermero o TENS con el objetivo de
ayudar y acompañar a más pacientes como él.
Para finalizar, Diego deja un mensaje para todos aquellos que están pasando por un momento similar al de él: “no bajen los brazos, que no se rindan porque yo también lo pensé, pero siempre hay una luz que los apoya.
Sé que es agotador y doloroso, pero tienen que luchar porque esta batalla se tiene que ganar, aunque sea difícil”.