Diferenciar los distintos virus que tienen su alza en esta época del año es importante, pues te ayudará a saber cómo actuar en cada caso.
Junto con los días más fríos y otoñales, aparecen también los
virus de invierno que afectan a toda la población, pero pueden complicarse en los grupos más vulnerables como
lactantes,
adultos mayores y quienes sufren de alguna
comorbilidad. “El frío favorece el hacinamiento y crea ciertas condiciones que facilitan la propagación de los virus; por ejemplo, nos hace estar en lugares cerrados sin una ventilación adecuada, lo que nos predispone a contagiarnos fácilmente”, dice el doctor Francisco Marino, urgenciólogo pediátrico y jefe técnico de
la Urgencia Pediátrica de CLC.
Además, es importante saber que la principal forma de
contagio de los
virus es a través de las
secreciones respiratorias al hablar, toser o estornudar, pero también se pueden transmitir
al tocar objetos y superficies contaminadas, llevándonos posteriormente las manos a nuestra cara y vía respiratoria. Por eso, es fundamental el lavado de manos frecuente, el uso de mascarilla y la ventilación de los espacios comunes.
En este contexto, es importante conocer cuáles son los principales síntomas, cuándo consultar con un especialista y en qué casos se recomienda la vacunación.
COVID-19
Es una
enfermedad viral, que en algunos casos puede provocar infección respiratoria aguda grave con consecuencias fatales.
Los síntomas principales pueden ser:
- Fiebre alta.
- Tos seca.
- Dolores musculares.
- Dolor de cabeza.
- Dificultad para respirar.
Es
altamente contagioso y de
rápida propagación. La población de mayor riesgo para una evolución complicada son las personas mayores de 65 años y quienes padecen afecciones médicas preexistentes como obesidad, hipertensión arterial, diabetes y otras patologías crónicas.
PIMS: en el caso de los niños, un pequeño porcentaje de quienes han estado contagiados o expuestos a COVID-19 puede presentar un cuadro conocido como
Síndrome Inflamatorio Multisistémico o PIMS (por sus siglas en inglés). Este afecta a niños de edades variables, manifestándose usualmente entre 2 a 6 semanas después del contagio o exposición al virus.
Los principales síntomas asociados a este cuadro son:
- Fiebre.
- Síntomas digestivos como: vómitos, diarrea o dolor abdominal intenso.
- Cambio de coloración o manchas en la piel.
- Inflamación de mucosas como boca.
- Ojo rojo.
- Compromiso del estado general.
El diagnóstico precoz y tratamiento oportuno son fundamentales para evitar complicaciones.
Influenza
Es un
virus que puede
producir una
enfermedad respiratoria aguda, a veces grave, que tiene comportamiento de epidemia anual estacional. Se caracteriza por iniciarse de manera súbita, con síntomas como fiebre, dolor de todo el cuerpo (mialgias) y habitualmente dolor de cabeza. La
diferencia con los resfríos comunes es que con la influenza todos
los síntomas son más intensos y la fiebre es alta.
La enfermedad por lo general mejora después de unos días. Sin embargo, hay casos en que puede empeorar, presentándose como un cuadro grave de neumonía u otras complicaciones como sobreinfecciones bacterianas. Por eso, es importante la vacunación temprana en la población objetivo como lo son: niños desde los 6 meses a 5 básico y en la población de riesgo, es decir, pacientes con enfermedades crónicas y embarazadas.
Rinovirus
Es el principal agente del llamado “
resfrío común”, una enfermedad frecuente en invierno y de muy fácil transmisibilidad. También es uno de los principales patógenos que pueden descompensar a los pacientes crónicos respiratorios (asmáticos).
Síntomas:
- Secreción nasal líquida.
- Tos irritativa.
- Dolor de garganta.
Estos síntomas luego de 2-3 días tienden a desaparecer. Para su tratamiento, lo indicado es tomar abundante líquido, aseo nasal y mantener el reposo.
Virus respiratorio sincicial (VRS)
El
VRS es otro de los principales virus respiratorios y uno de los que puede causar una
infección respiratoria aguda baja durante esta época de otoño e invierno. La población más susceptible a contagiarse son los menores de un año de vida, en especial lactantes de menos de seis meses y los adultos mayores o pacientes inmunodeprimidos.
El
contagio se produce “persona a persona”, mediante el contacto físico y las partículas que se esparcen en el aire al
toser,
estornudar o
hablar. Se trata de un virus muy contagioso, que puede sobrevivir en las superficies hasta por seis horas.
Para
prevenir, lo más importante es el lavado de manos frecuente y la desinfección de los objetos que pudieran estar contaminados, como juguetes u otros.
En general, los
síntomas se inician con
fiebre,
tos productiva y
congestión nasal. En pacientes menores de 1 año de edad puede provocar una infección que podría ser severa, predisponiendo también, en algunos casos, a desarrollar a futuro mayor recurrencia de cuadros respiratorios.
Factores de riesgo para complicaciones por el virus respiratorio sincicial
- Menores de 6 meses
- Prematuridad.
- Cardiopatías.
- Enfermedades respiratorias crónicas, fundamentalmente displasia broncopulmonar.
- Inmunodepresión.
- Tabaquismo pasivo (principalmente si alguno de los padres fuma).
- Lactancia materna corta (menos de 3 meses).
Adenovirus
Este virus afecta en mayor proporción a los
menores de 15 años y puede producir
fiebre,
amigdalitis y
conjuntivitis, además de sintomatología digestiva como dolor
abdominal y
diarrea.
En niños pequeños o pacientes con alteraciones inmunes puede sobre infectarse y causar otitis, amigdalitis o neumonía.
Al igual que los otros virus respiratorios, es muy contagioso y se transmite por gotitas de saliva, secreción nasal o por contacto con objetos contaminados.
Otros virus
Existen varios virus respiratorios que nos pueden enfermar en esta temporada de frío como el virus
parainfluenza,
enterovirus y
metapneumovirus, que se contagian de la misma forma, habitualmente dan síntomas leves como disfonía (parainfluenza) o afectan a niños más pequeños (metapneumovirus).
Su manejo es fundamentalmente sintomático, es decir, cuidados generales,
analgésicos y
antipiréticos. De todas formas siempre se debe poner atención a los signos de alarma (ver recuadro).
En el caso de pacientes pediátricos, se debe acudir a un servicio de urgencia si presentan:
- Fiebre alta o persistente
- Respiración rápida, ruidosa y/o agitada.
- Retracciones costales Existe un “quejido” al respirar.
- Coloración azul de labios y uñas.