La epilepsia en una condición crónica marcada por la recurrencia de crisis epilépticas. Las crisis son el desorden neurológico más frecuente en los niños y es uno de los eventos que producen mayor ansiedad en los padres.
Ocurren aproximadamente en un 4 a un 10% de los niños y son alrededor del 1% de las atenciones de urgencia pediátrica. Durante el período neonatal, definido como los primeros 28 días de vida para un recién nacido de término, hasta 44 semanas de edad concepcional para un pretérmino, es el de mayor riesgo de presentar crisis epilépticas en toda la vida, dado que el cerebro inmaduro es más excitable que el de un niño mayor.
Las crisis epilépticas no son un diagnóstico por sí mismas, sino el síntoma de un proceso que resulta de una descarga anormal excesiva y/o hipersincrónica de las neuronas cerebrales, usualmente autolimitada. Esta descarga paroxística, eléctrica, de un grupo de neuronas en el cerebro produce una alteración de la función en el área cortical involucrada; la dirección, la velocidad del impulso eléctrico y la edad del niño, contribuyen a las diferentes manifestaciones del la crisis epilépticas.
Dado que el cerebro se encuentra en pleno desarrollo, las manifestaciones de las crisis epilépticas en la edad pediátrica son distintas a las del adulto y también diferentes de acuerdo a la edad del niño (recién nacido, lactante, preescolar y escolar). Es por eso que, frente a episodios paroxísticos repetitivos, sobre todo asociados a ausencia de respuesta frente a estímulo, es mejor consultar a un especialista (link equipo).
En general las crisis epilépticas deben ser sospechadas frente a:
- Lactante con cólicos persistentes, sobre todo en período de transición sueño vigilia o vigilia sueño.
- Fenómenos motores repetitivos paroxísticos.
- Desconexiones del medio sin respuesta estímulo, especialmente asociadas a fenómenos motores, desviaciones oculares o fenómenos autonómicos.
- Afectación del niño al finalizar episodio (“post ictal”, sueño, decaimiento, compromiso de conciencia).
Existen diversos eventos que pueden ser confundidos con crisis epilépticas como son los síncopes, parasomnias y apneas emotivas, por lo que un diagnóstico correcto resulta fundamental. Tomando en consideración que el diagnóstico de epilepsia es clínico, la información aportada por los padres, cuidadores o testigos de los eventos resulta fundamental.
En pediatría, las epilepsias, sobre todo en la edad de recién nacido y lactante, son enfocadas pensando siempre en una causa precipitante, es por esta razón, que es necesario solicitar exámenes de sangre (para descartar, por ejemplo, enfermedades metabólicas), neuroimágenes (RM de cerebro) y estudio electroencefalográficos.
Si bien no todo lo que se mueve es crisis, frente a la sospecha siempre es mejor consultar al especialista, dado que un diagnóstico precoz permite identificar la causa de la epilepsia, elegir un tratamiento óptimo y definir el pronóstico.