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Juan Carlos Díaz Jeraldo

Donación de órganos en Chile

08 de septiembre, 2023 Por ti vamos más allá
Los inicios de los trasplantes en Chile datan de 1966 cuando se realizaron los primeros trasplantes de riñón en el Hospital Clínico de la Universidad de Chile. En aquellos tiempos la donación no era un problema, porque los trasplantes eran excepcionales y tampoco existía una legislación al respecto. 

Posteriormente, en los años noventa la conformación de diversos programas de trasplantes en el país, hicieron que la disponibilidad de órganos se hiciera cada vez más escasa. Diversas iniciativas, de instituciones privadas como la ASODI que reunía a los dializados, asumió el control del ordenamiento y distribución de órganos donados en Chile. Sin embargo, la creciente demanda de órganos determinada por los distintos centros de trasplantes cada vez más numerosos y el crecimiento casi exponencial de los candidatos a trasplantes determinó que la disponibilidad de órganos donados fuese más escasa, aumentando el tiempo de recibir un trasplante de los pacientes que lo requerían y esta misma espera determinó cada vez más muertes de candidatos potenciales que se encontraban en la lista de espera para recibir un trasplante.
 
Ante este escenario de escases de órganos, común en todo el mundo, y especialmente en nuestro país, diversas iniciativas se han desarrollado en Chile para aumentar la tasa de donación.
 
Para poner en contexto qué se considera una buena tasa de donación, es necesario conocer algunas cifras al respecto. El icono mundial en donación de órganos es España con tasa de 40 donantes por millón de habitantes, el promedio europeo es de alrededor de 30 donantes por millón y en América del norte hay cifras similares. Sin embargo, en la región las cifras son bastante más escasas. En Chile, por ejemplo, las tasas de donación de órganos oscilan entre 8 a 10 (en los mejores años), muy por debajo de lo esperable y esto no ha mejorado en casi tres décadas que se llevan registros al respecto.
 
La falta de donantes ha permitido el desarrollo de múltiples iniciativas para aumentar esta tasa, entre ellas, utilizar un hígado dividido (Split Liver) e implantarlos en dos receptores. Esto no ha logrado tener el efecto deseado, pues el pronóstico de ese injerto dividido se asocia a más disfunción y pérdida de ellos, especialmente cuando los receptores son dos adultos. Sin embargo, cuando los receptores son uno adulto y otro pediátrico el pronóstico de esos injertos se asimila bastante a la de un injerto completo.
 
Otra línea de desarrollo es lo que se denomina Donante Vivo, que consiste en someter a una persona sana a una resección de parte de su hígado, (o riñón considerando que los humanos solemos tener dos), e implantar ese órgano parcial, (o en el caso del riñón el órgano completo), a un receptor. Tendría como ventaja el menor tiempo de los receptores en espera de un órgano cadavérico y por lo tanto disminución del riesgo de morir en la lista de espera de un órgano, sin embargo, tiene desventajas evidentes como es someter a una persona sana a una cirugía que puede generar complicaciones e incluso la muerte y, por otra parte, en el receptor, un pronóstico inferior del injerto obtenido del donante vivo.
 
En el caso del donante vivo de riñón, esto se asocia a una casi nula complicación en el donante, de igual forma en el donante vivo de hígado para un receptor pediátrico, por lo que el donante vivo en estos casos está muy validado en nuestro país. Sin embargo, distinto es en el donante vivo de hígado, cuando es para otro receptor adulto, ya que en ese caso se requiere de la resección de la mitad del hígado del donante (habitualmente la parte derecha del hígado). En este escenario, en Chile es necesario realizar algunas consideraciones. Primero la resección hepática para donante vivo es un procedimiento técnicamente factible de realizar y puede ser hecha por cualquier equipo entrenado que realice cirugía hepática en forma rutinaria. Sin embargo, en muy importante transparentar algunos aspectos que aún no están suficientemente aclarados en Chile. Algunos de ellos son: ¿cuáles son los riesgos de complicaciones en los donantes adulto-adulto en Chile?, ¿cuáles son los pronósticos del injerto en el receptor?, ¿cuántos requieren retrasplante por disfunción precoz del injerto?, y ¿cuáles son los pronósticos de este en el mediano o largo plazo? En Chile es necesario e imperativo transparentar esta información.
 
Otra línea interesante para aumentar el pool de donantes en Chile obedece al hecho de que alrededor de un 20 a 30% de los órganos ofertados para trasplante de hígado en la actualidad son desechados por los equipos de trasplantes por encontrarse más allá de los criterios expandidos de órganos para ser considerados. En tenor, actualmente existe la tecnología para rescatar a alguno de ellos para ser testeados, antes de ser implantados en el receptor y así ser implantados con seguridad en potenciales receptores con sobrevida alejada del injerto en todo similar a órganos no marginales. Esto último es lo que se conoce como perfusión ex vivo (hipo o normo térmica de hígados limites), que, en pulmón, por ejemplo, ha sido muy exitoso.
 
Por último, un comentario con respecto a la ley de trasplante que nos rige hoy en día en Chile, a la cual tuve mis reparos desde su gestación. El obligar por ley a ser donante a menos que ante notario se emita un documento que expresamente señale no serlo me parece del todo paradójico. Cuando la donación pasa a ser una obligación, por ley, deja de ser de inmediato una donación. La esencia de la donación obedece a un acto de nobleza suprema que va más allá de la letra escrita, este acto puro proveniente de lo más profundo de los sentimientos y valores del ser humano no puede regirse por el equivocado concepto que si está escrito esto ocurrirá. Esto está muy lejos de lo que realmente significa ser donante. Además, desde la promulgación de la ley no ha habido ninguna mejoría en la tasa de donación en nuestro país. Nuestra sociedad requiere con urgencia ser solidaria, amable, sin egoísmos y de buenos sentimientos entre nosotros para que finalmente tengamos un efecto real, no solo en la donación, sino en otras áreas de nuestra diaria convivencia.
 
Juan Carlos Díaz Jeraldo
Jefe Centro de Trasplante
Clínica Las Condes
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