La mayor parte de quienes fallecen no tienen órganos aptos para donación
27 de septiembre, 2018
·Tratamiento y Recuperación
Se requiere que el donante tenga muerte cerebral, una excepción.
“La medicina ya estableció que el trasplante es una buena solución a algunas enfermedades terminales, pero el sustento es que haya órganos que resuelvan esa situación, eso ya no depende de la medicina, depende de un hecho más bien sociológico”, dice el doctor Jorge Morales, el nefrólogo que realizó el primer trasplante de riñón en Chile en 1968, cirujano del Programa de Trasplantes de Clínica Las Condes.
Quienes pueden ser donantes deben ser personas fallecidas en muerte cerebral, una muerte que no es recuperable. Se trata de una excepción, y no siempre es detectada por los equipos de trasplante.
En Chile, 400 personas mueren al año por esa causa y podrían ser donantes de órganos, pero se detectan 200 a tiempo y, de ellos, cerca de 120 finalmente se convierten en donantes. La mitad de ellos no se detecta y, por lo tanto, ni se les alcanza a consultar a las familias.
“La mayor parte de las personas que fallecen en un hospital o clínica no tienen órganos vigentes para donación. Es de excepción esta condición de muerte cerebral que permite sacar los órganos por debajo del cuello y que están vigentes. Por eso los órganos son escasos”, indica el doctor Morales.
El trabajo debe ser rápido y preciso, pues un riñón se puede guardar hasta por 24 horas, pero un hígado se puede guardar por 10 a 12 horas, y un corazón o pulmón por sólo 4 horas. Para recibir un órgano es indispensable estar en el registro que lleva el Instituto de Salud Pública (ISP), la lista de espera para trasplantes.
“El sistema de recepción de órganos es equitativo. No está intervenido por razón económica, no hay forma de perforarlo con influencias de ningún tipo”, enfatiza el especialista.