Puede aparecer a cualquier edad, pero en la infancia los síntomas suelen ser más leves. ¿Cómo se puede detectar?
La
intolerancia a la lactosa es la
incapacidad del intestino de producir
lactasa, lo que puede presentarse desde el nacimiento (congénita), ser hereditaria (primaria) o producirse como consecuencia del
daño de la mucosa intestinal por virus, bacterias, medicamentos o enfermedades crónicas del intestino como
enfermedad celiaca,
enfermedad de Crohn, parásitos, etc. (secundaria).
La doctora
Sylvia Alegría, gastroenteróloga de Clínica Las Condes, explica que al ingerir productos
lácteos (leche, yogurt, manjar, cremas, queso, mantequilla, etc.), los pacientes con intolerancia a la lactosa pueden presentar síntomas como
dolor o distensión abdominal (hinchazón),
diarrea y náuseas, en el lapso de 30 minutos a 2 horas de su consumo.
La presencia e intensidad de los síntomas van a depender de la cantidad de lactosa ingerida. “A mayor cantidad de lactosa ingerida mayor va a ser la intensidad de los síntomas. Hay alimentos que contienen más lactosa que otros, por ejemplo, la leche y el manjar contienen más lactosa que el quesillo o el yogurt”, indica la especialista.
Por otro lado, también depende de la edad del paciente, pues el desarrollo de la
intolerancia es progresiva (aumenta con la edad), es más frecuente en la población hispana y puede estar asociada a otras enfermedades digestivas.
“Los síntomas en los niños y adultos son los mismos. En los niños pueden ser más leves, porque están iniciando el desarrollo de la intolerancia y se van acentuando con la edad”, dice.
Generalmente, los
niños consultan
por dolor e hinchazón abdominal, lo que puede ir acompañado de diarrea o deposiciones pastosas. “Cuando el déficit de lactasa es congénita, es decir el niño nace con esta condición, es grave y difícil de tratar debido a que se manifiesta por una diarrea severa y el único alimento que recibe el niño en esa etapa de la vida es leche”, explica la doctora.
Detección y tratamiento de la intolerancia a la lactosa
La doctora Sylvia Alegría explica que es difícil hacer el diagnóstico por los síntomas del paciente, ya que existen otras enfermedades intestinales que pueden causar síntomas similares. “Por esta razón debemos realizar algunos exámenes que nos permiten confirmar el diagnóstico”, dice.
Se puede tomar una
biopsia intestinal a través de una endoscopía digestiva alta y estudiar la presencia de la enzima (lactasa) en la mucosa intestinal. “Por ser un examen invasivo y con mayores riesgos, no se realiza de rutina. También se puede realizar un
test de tolerancia a la lactosa, el cual consiste en hacer ingerir lactosa al paciente y posteriormente tomar varias muestras de sangre, se realiza una curva que permite ver si el paciente absorbió la lactosa. Por ser un examen engorroso e invasivo se ha dejado de utilizar”, dice.
Actualmente se realiza el
test en aire espirado con lactosa, examen que permite detectar en forma fácil y no invasiva si el paciente está actualmente intolerante a la lactosa.
Respecto al
tratamiento, la doctora Alegría indica que lo primero es evitar el consumo de alimentos que contengan lactosa. “Como la intolerancia a lactosa es
progresiva, el déficit de lactasa es variable de persona a persona, es decir, algunas personas podrán tolerar un vaso de leche, en cambio otra sólo medio vaso o ninguno, dependiendo de la magnitud del déficit de lactasa que esa persona presente”, dice.
En el comercio existen
productos certificados sin lactosa como leches, yogurt, quesos, postres, etc., y además existe lactasa en tabletas o cápsulas, las que se pueden ingerir antes del consumo de alimentos lácteos. “En algunos países existe en forma líquida la cual se puede adicionar a los alimentos y hacerlos más digeribles”, dice.