Dormir poco, además de generar falta de atención en clases, está asociado a mayor riesgo de obesidad en niños y adolescentes.
Un estudio publicado en la revista especializada Sleep concluyó que los adolescentes que duermen menos de lo necesario, consumen más productos ricos en grasas y snacks que sus compañeros.
Otras investigaciones han demostrado que la grelina, la hormona que promueve el hambre, aumenta si se restringen las horas de sueño y se reduce la leptina, hormona que contribuye a la percepción de saciedad. Y en términos prácticos. ¿En definitiva? Todos los últimos trabajos científicos sobre el tema dan cuenta del vínculo entre dormir poco y obesidad.
Una realidad que se ve en las consultas, de hecho, una de las recomendaciones médicas a los niños con obesidad o sobrepeso que buscan bajarlo es, justamente, la higiene del sueño. “Cuando consultan, los padres no lo mencionan, pero cuando conversamos sobre los hábitos de esos niños nos encontramos con que duermen poco. Además, el tiempo que permanecen despiertos, les da hambre y comen a deshora”, explica Eliana Muñoz, pediatra nutrióloga de Clínica Las Condes.
En esos términos, la doctora Muñoz recomienda que la cena debe ser similar al almuerzo, es decir “una porción de verduras, una taza de legumbres o media taza de arroz con carne y de postre una fruta”.
En cuanto al tiempo recomendado de horas de sueño para los niños y adolescentes, en promedio son 10 horas. En la medida que duerman menos que eso, tienen cerca de un 20% de mayor riesgo de obesidad.