Es el tumor maligno que, con mayor frecuencia, afecta al sistema urogenital. En Chile, constituye la tercera causa de muerte por cáncer en el hombre, siendo responsable de aproximadamente 1.300 muertes al año.
Se presenta especialmente después de los 50 años y en aquellos hombres con antecedentes familiares de la enfermedad.
El diagnóstico precoz es de extrema importancia, ya que permite detectar tumores en etapas tempranas de su evolución y que, por lo tanto, son curables con el tratamiento adecuado. Por otra parte, hay que ser activo en la búsqueda de esta enfermedad, ya que en sus etapas iniciales es asintomática.
Existen dos herramientas que nos ayudan al diagnóstico: el tacto rectal o palpación digital de la próstata, y el antígeno prostático específico, que es un examen de sangre que cuando está elevado permite sospechar la presencia de la enfermedad. Ambos deben realizarse anualmente a contar de los 50 años en la población general, y a contar de los 40 años en aquellos hombres con antecedentes familiares.
Ante la sospecha, debe realizarse una biopsia de la próstata para confirmar la presencia del tumor. Éste es un procedimiento ambulatorio, que en la mayoría de los casos se realiza con anestesia local y que permite obtener muestras del tejido prostático para ser analizadas microscópicamente, y de este modo confirmar la existencia de un cáncer. De no demostrarse un tumor, el paciente debe continuar controles de acuerdo a su condición individual.
Una vez diagnosticado, el cáncer debe ser etapificado, es decir evaluar su estado de extensión dentro del organismo. Para esto, la información aportada por el tacto rectal y antígeno prostático específico es de extraordinaria importancia, pero en ocasiones, cuando hay sospecha de que la enfermedad pudiera haberse extendido fuera de la glándula, puede ser necesario realizar otros estudios, como tomografía axial computada, cintigrama óseo u otros estudios de imágenes.
El tratamiento dependerá del caso individual, considerando variables del paciente, como su edad, condición general y presencia de otras enfermedades, entre otras, y variables de la enfermedad, como su estado de extensión.
Existen tres formas de tratamiento y pueden aplicarse solos, combinados y en secuencia, dependiendo del caso. Éstos son: cirugía, radioterapia y hormonoterapia.
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