Hepatitis C: una enfermedad silenciosa
Este virus se caracteriza por replicarse en el hígado sin producir síntomas por años (10 a 30 años). Durante este período asintomático puede producir daño progresivo del hígado hasta llegar a la cirrosis hepática.
La hepatitis es una inflamación del hígado. Una enfermedad que puede no presentar síntomas de forma inmediata, pero sí producir daño para siempre. Entre sus causas están las infecciosas, provocadas por los virus A, B y C.
Para entender bien esta enfermedad, en primer lugar es necesario saber la importancia y las funciones que desempeña el hígado. Este es un órgano que depura la sangre de sustancias tóxicas, almacena vitaminas y minerales, produce aminoácidos, da al cuerpo la cantidad adecuada de glucosa, regula los niveles de los medicamentos que se toman, ajusta los niveles de hormonas y produce la bilis.
Mientras que la hepatitis A es una enfermedad de corta duración (aguda), la hepatitis B y C se pueden transformar en un mal grave, largo y muchas veces, crónico, especialmente esta última.
La hepatitis C se transmite a través del contacto directo con la sangre y fluidos corporales infectados. Los síntomas que presentan los pacientes con hepatitis son variados, tales como cansancio inexplicable, síntomas gripales (vómitos, fiebre), color amarillento en la piel y en el blanco de los ojos, dolor de estómago (en el lado derecho superior), orina color café oscuro, heces claras, falta de apetito y/o pérdida de peso.
"En los enfermos con hepatitis C estos síntomas habitualmente están ausentes y la enfermedad se reconoce al presentarse signos propios de una enfermedad hepática avanzada, por ello es importante pesquisarla lo más precozmente posible", señala el gastroenterólogo de Clínica Las Condes, Guillermo Silva.
Cuando una persona tiene hepatitis, necesita mucho descanso aunque no se sienta mal. También debe tomar mucho líquido y comer alimentos saludables. Para ir viendo su evolución, se hacen análisis de sangre para determinar si la hepatitis se acabó, si la persona se ha convertido en portadora (puede contagiar al resto) o si la enfermedad se ha transformado en hepatitis crónica.
La hepatitis C puede terminar en cirrosis hepática y, a largo plazo, en cáncer al hígado. Además, representa una de las causas más frecuentes de trasplante hepático en Chile y el mundo en general. Por esta razón, hay que estar muy atentos.
Formas de contagio más comunes
- Personas que recibieron transfusión de sangre antes de 1996.
- Personas que han compartido objetos cortopunzantes como agujas para cualquier uso hojas de afeitar y máquinas tatuadoras.
- Quienes hayan tenido relaciones sexuales con alguien infectado de hepatitis C.
- Hijos de madres contaminadas con hepatitis C.
¿Tiene tratamiento?
La respuesta al tratamiento depende, en parte, de lo avanzada que esté la infección. Sin embargo, el número de pacientes que responde (desapareciendo el virus de la sangre) es, aproximadamente, del 50%.