Conoce el impacto del Covid-19 en los adolescentes y cómo poder reconocer señales de alerta.
Un reciente estudio realizado por UNICEF muestra que la crisis producida por el
Covid-19 ha tenido un importante impacto en
la salud mental de los adolescentes. El aislamiento y las largas cuarentenas ocasionaron
estrés psicosocial y exacerbaron los síntomas de
trastornos psicológicos.
Luego de meses de encierro, las consultas con especialistas en
salud mental adolescente han aumentado en forma importante. Cuadros de
ansiedad,
tristeza, rabia,
frustración, irritabilidad,
problemas para dormir y
trastornos alimentarios son cada vez más frecuentes. “Biológicamente hablando, los jóvenes son más vulnerables y están más expuestos al estrés, lo que los hace presentar más síntomas de
ansiedad y
depresión que otros grupos. La
consolidación de la identidad es uno de los procesos claves en esta etapa y es aún más difícil durante un confinamiento prolongado, pues no logra permitir una adecuada búsqueda de uno mismo en relación con otros, no permite generar la distancia real necesaria -tanto física como emocional -de los padres y otros adultos y, a la vez, impide el acercamiento reasegurador con los pares. No es lo mismo, en términos de desarrollo, perder dos años durante la adolescencia que durante la vida adulta, ya que entre los 13 y 15 años se presentan muchos cambios a nivel biológico, sicológico y social” explica el
doctor Alejandro Maturana, jefe de Psiquiatría Infantil CLC.
¿A qué señales debemos estar alertas?
El llamado a los padres es a observar eventuales
cambios de conductas en sus hijos para no enfrentarse a situaciones de riesgo.
Observar y prevenir son las primeras y más importantes herramientas de ayuda. En segundo lugar,
contener,
proteger,
empatizar con sus sentimientos y lograr comunicarse de la manera lo más clara posible. “Muchas veces los padres no logran ver la realidad y tienden a pensar que el mal humor, el silencio, la irritabilidad o el encierro en las piezas, son comportamientos propios de la edad, como parte del proceso
adolescente. Sin embargo, en muchas oportunidades son síntomas que forman parte de los indicadores claves que son fundamentales en la
prevención de una situación de riesgo”, explica el doctor Maturana.
Por lo tanto, los especialistas recomiendan considerar una
evaluación adecuada, que permita tomar a tiempo las acciones precisas y para eso la
consulta oportuna es fundamental. Además de la
terapia y
tratamiento farmacológico en caso necesario.
La familia: un pilar fundamental
“La familia y la parentalidad, ejercida por
padres regulados, contenidos y que ejercen un rol más bien democrático, juegan un rol fundamental en la prevención de conductas de riesgo, siendo uno de los primeros agentes protectores y facilitadores del desarrollo sano de todo o toda adolescente”, dice el especialista.
Si el ambiente es el adecuado, el joven crecerá como una persona autónoma, capaz de enfrentarse a la vida, de resolver conflictos y de relacionarse con los demás. “
Los estilos de crianza parental pueden tener un efecto positivo o negativo. Entre mayor sea el apoyo y la ayuda en el control conductual, es decir, mientras más involucrados estén los padres, menor es la posibilidad de conductas de riesgo como el consumo de drogas, la autoagresión, la violencia y los síntomas ansiosos y depresivos, entre otros”, agrega.
Señales de alerta de una depresión
- Alteraciones del ciclo de sueño -insomnio o hipersomnia-.
- Alteraciones del apetito.
- Desánimo, falta de placer y motivación.
- Dificultad para concentrarse y tomar decisiones.
- Muy sensible a las emociones: tristeza, culpabilidad, rabia.
- Pérdida de interés en las actividades que gustan realizar.
- Bajo rendimiento escolar.
- Pensamientos suicidas.
- Abuso del cigarro, alcohol y drogas.
Consejo para los padres
- Generar tiempos compartidos en familia con espacios de conversación y contención emocional.
- Permitir a los adolescentes “estar solos”.
- Transmitir tranquilidad, seguridad y confianza.
- Ayudar a hacer frente a las adversidades y a tolerar la frustración.
- Promover la adaptación al cambio de manera resiliente.
- Estar siempre pendientes de cómo está su hijo o hija en el colegio y en casa, poniendo especial cuidado en ciertos cambios de conducta.
Tratamiento y apoyo
- Buscar tratamiento profesional oportuno y correcto para evitar conductas autoagresivas y comportamientos suicidas.
- Generar apoyo y vínculos positivos.
Medidas de prevención
- Tener un buen hábito de sueño.
- Realizar deporte.
- Mantener una alimentación saludable.
- Evitar el uso de alcohol y/o drogas.
- Participar en actividades escolares extraprogramáticas.
- Compartir con pares afines.
- Mantener una comunicación fluida y confiada con los padres y cuidadores.
- Disponer de habilidades para el manejo del estrés.
- Evitar el uso de las redes sociales que no aportan al bienestar.
- Contar con redes de apoyo entre los amigos y la familia.