La primera es transmitida por vía oral y fecal, absolutamente prevenible con buena higiene al cocinar.
La
hepatitis es la inflamación aguda o crónica del hígado, cuyas causas incluyen desde virus, alcohol, medicamentos u otros tóxicos, ciertas homeopatías o productos del herbolario y enfermedades autoinmunes y hereditarias, entre otras, aunque las más relevantes son las hepatitis virales, como el de la
hepatitis A, el más común en Chile, que actualmente vive un brote en el norte del país.
La doctora
Leyla Nazal, gastroenteróloga de Clínica Las Condes, indica que la hepatitis puede ser sintomática o pasar desapercibida hasta aparecer como hallazgo en un examen de sangre.
“Dentro del grupo de las
hepatitis agudas (que duran menos de seis meses), existen muchas causas: los virus que más frecuentemente producen hepatitis aguda en Chile son el virus A (transmisión fecal oral, principalmente) y el
virus B (transmisión sexual o por contacto con sangre contaminada)”, explica.
Existen otros virus que también producen hepatitis agudas como el Ebstein Baar (virus de la mononucleosis) o citomegalovirus, y con menor frecuencia la
hepatitis C. “No hay estadísticas actuales de la frecuencia de hepatitis en Chile, siendo Chile considerado de endemicidad intermedia en el caso de la hepatitis A, sin embargo, actualmente nos encontramos con un brote de hepatitis A, es decir, con un aumento importante de casos diagnosticados este año en comparación con años previos”, señala.
La hepatitis es prevenible manteniendo la higiene de los alimentos, evitando comer o beber alimentos que pudieran estar contaminados por heces con el virus, frutas sin pelar, verduras y mariscos crudos, además del hielo, por ejemplo. Debido a ello es que se recomienda no comer comida callejera o beber agua en algunos países de Asia.
Se debe sospechar de hepatitis cuando aparecen síntomas como compromiso del estado general, náuseas, malestar abdominal bajo las costillas (hipocondrio derecho) y fiebre ocasional, síntomas comunes a muchas enfermedades infecciosas, pero a los que se agrega
ictericia (coloración amarilla de piel, escleras y mucosas), deposiciones blancuzcas y orina oscura (coluria).
“Una vez diagnosticada la hepatitis, es fundamental conocer los síntomas que nos deben hacer sospechar una mala evolución o riesgo de gravedad, tales como confusión o letargo, lentitud al hablar, aparición de equimosis (manchas tipo moretones en la piel)”, enfatiza la doctora.