Autismo y Asperger son parte de trastornos en los que la conectividad neuronal está alterada.
¿Has escuchado hablar del término
Trastornos del Espectro Autista? Desde hace tres años los especialistas decidieron llamar así a varios subtipos de trastornos como el
Autismo, Asperger y Trastorno del Desarrollo No especificado.
¿La razón? “S
e considera un continuo donde no se ha podido establecer una diferencia neurobiológica o genética científicamente validada entre ellos”, explica
la doctora Eliana Rodillo,
neuróloga de Niños y Adolescentes de Clínica Las Condes.
Cada día se conoce un poco más de estos trastornos. “Se han implicado factores genéticos, epigenéticos y ambientales en su etiología, que afectan los genes involucrados en diferentes procesos del neurodesarrollo, neurogenesis, proliferación, sinapsis y poda sináptica, dando como resultado un crecimiento cerebral anormal y alteración de la conectividad neuronal”, indica la especialista.
Antes del año de edad, es posible evidenciar algunos signos de los Trastornos del Espectro Autista (TEA). “Por lo general se diagnostican alrededor entre los 2 y 3 años. La Academia Americana de Pediatría recomienda hacer screening de Autismo entre los 18 a 24 meses de vida, ya que existe evidencia científica de que la intervención temprana mejora el pronóstico a largo plazo”.
Hay muchos
signos de alerta que pueden hacer sospechar de un TEA:
niños que evitan el contacto visual, que no responde a la sonrisa, que no responde a su nombre para cuando tienen 12 meses de edad, que no señalan los objetos para demostrar su interés (no señalar un avión que pasa volando) para cuando tienen 14 meses de edad que no indican cuando quiere algo y en su lugar, te toma del brazo y te lleva (instrumentaliza).
En niños con TEA también se observa que no siguen con la mirada cuando uno mira o le muestra algo, usan pocos o ningún gesto (por ejemplo no hacen adiós con la mano, no aplauden),
presentan retraso o pérdida de lenguaje, repiten palabras o frases (ecolalia),
hablan en tono monótono, robótico o cantado; invierten los pronombres (por ejemplo, dicen “tú” en lugar de “yo”); no respetan los turnos de conversación, son muy literales, no comprenden las bromas.
Cuando juegan no tienen una relación funcional con los juegos, forman líneas o los apilan, juegan siempre de la misma forma, muestran interés por partes de los objetos (por ejemplo, las ruedas, las hacen girar);
prefieren jugar solos, indica la doctora Rodillo.
Otros
signos son los movimientos repetitivos como aletear las manos, mecerse o girar en círculos. Les molestan los ruidos, las etiquetas, algunas texturas, son selectivos para comer, caminan en punta de pies, no toleran la altura, no sienten dolor. Se irritan mucho frente a cambios pequeños, tienen que seguir determinadas rutinas.