Dolores de crecimiento
Pese a que habitualmente se conocen como dolores de crecimiento, lo cierto es que las fuertes molestias que sienten algunos niños en sus extremidades inferiores durante la noche, no tiene que ver con el proceso de crecimiento propiamente tal.
Entre los 2 y los 6 años es cuando este cuadro es más frecuente. Algunas teorías sugieren que su origen estaría en el hecho de que, al crecer, los huesos van estirándoos la membrana que los envuelve, llamada periostio, lo cual provocaría el dolor. Sin embargo, y aunque muy difundida universalmente, esa hipótesis no ha sido demostrada en forma científica. De hecho, lo correcto es hablar de dolor óseo recurrente benigno (DORB).
Por qué de noche. La explicación más adecuada respecto al origen de este trastorno, tendría que ver con la fatiga muscular que sienten los niños luego de realizar actividad física intensa durante el día. En efecto, en las noches, cuando van acostarse y disminuyen los estímulos externos, es cuando suelen comenzar a sentir la contractura y fatiga de la musculatura. Esta teoría se ve apoyada por el hecho de que muchas veces las molestias ceden con masajes.
¿Se pueden prevenir? Tal como mencionó anteriormente, las molestias están directamente relacionadas con las actividades cotidianas del niño. Por ello, una forma de disminuir la frecuencia e intensidad de estos dolores es “adelantarse”, esto es, realizar estiramientos musculares, darle un baño tibio antes de acostarlos y/o administrar algún analgésico suave cada vez que el niño haya tenido actividad física importante, como sucede luego de paseos, caminatas o fiestas de cumpleaños infantiles.
Descartar otros males. Inicialmente, con una buena historia médica y un examen físico adecuado, es posible descartar otras causas graves de dolores de las extremidades, como leucemia o artritis raumatoide juvenil. Ante sospechas, o cuando el cuadro del paciente no se ajusta al típico DORFB, el médico puede solicitar radiografías, algunos exámenes de sangre(hemograma) y eventualmente una cintigrafía ósea, que permite examinar todo el esqueleto.
Signos de alerta. Cuando los dolores ya no siguen el patrón típico, es decir, ocurren de día y de noche, el niño deja de jugar, afecta constantemente el mismo lugar, no cede con masajes ni con analgésicos, las zonas afectadas aparecen hinchadas o enrojecidas, o se asocia a baja de peso y decaimiento, se sugiere consultar a su médico para descartar otras condiciones más graves que puedan causar estas molestias.
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