Llantos incontrolables
Si no hay forma de consolar a tu guagua y no existe causa alguna que justifique su angustia, es hora de consultar al pediatra.
Al momento de nacer, lo primero que hace el niño es llorar. Es su forma de presentarse, de llegar a este nuevo mundo. Llorar es una de las pocas maneras que tienen los niños para comunicarse. Si tienen hambre, dolor, sed, calor, frío o si están incómodos, el llanto es su opción de transmitir sus necesidades.
Cuando a las guaguas algo les molesta o sienten que algo no está bien, lo que hacen es llorar. Por esta razón y para poder calmarlos, las mamás deben buscar la causa del llanto. Al cabo de un tiempo, es sabido que muchas madres o cuidadoras reconocen los diferentes lloriqueos de los menores y son capaces de identificar de inmediato qué les está pasando.
Los llantos, generalmente vienen acompañado de gestos que van dando pautas para entenderlos. Entonces, una primera medida es saber escuchar los llantos y reconocerlos cuando el llanto de repente es sin tregua, una posibilidad es que se esté frente a un menor con dolor o enfermo.
Cuando es en forma intermitente podría ser reflujo o sencillamente que es un niño muy inquieto, más activo que el resto, muy regalón o demandante. Sin embargo, y a pesar de lo agotador que esto pueda ser, en algún punto ese llanto se calma. Cuando un niño llora y después de un rato de estar con él y hacerle cariño se tranquiliza, es una buena señal.
¿Qué pasa si no para de llorar?
Si tu guagua no se calma, no para de llorar y no hay forma de consolarlo, existe la posibilidad de que se esté frente a una alteración en la comunicación entre la guagua y quién lo esté tratando de calmar. Cuando un niño presenta un llanto inconsolable constante y que no es producto de dolor, existe una alta probabilidad de que el niño presente algún tipo de trastorno neurológico. Es más difícil consolarlos porque tienen los canales de comunicación alterados y es mucho más difícil la interacción con ellos.
En general, el llanto que se debe a algún problema neurológico tiende a ser más monótono, no tiene ni son ni ton y, en esas circunstancias, el niño no responde a ningún estímulo. Los llantos que no se pueden calmar no son por "maña" y hay que buscar la razón por la que esa guagua está siendo inconsolable.
Otro aspecto frente al que hay que estar atentos es si existe un cambio de patrón de conducta. A veces, algunos niños que siempre habían sido muy tranquilos, de un día para otro cambian por completo. Y eso, de todas maneras, es motivo de consulta. El pediatra luego de evaluarlo probablemente decidirá qué es lo que se debe estudiar
¿Qué hacer frente a un llanto?
1. Ver si tiene calor, hambre, frío, incomodidad (pañales), si está resfriado o sólo quiere que lo regaloneen.
2. Ver si existe algún motivo de dolor. Puede ser un menor con reflujo, que esté hinchado y observar que movilice bien todas sus extremidades en forma simétrica, o que el llanto aumente al mover hombros, brazos y piernas.
3. Si a pesar de consolarlo y tranquilizarlo sigue llorando, quiere decir que algo está pasando y que la comunicación no está fluyendo. En esta circunstancia es importante consultar al pediatra.
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