Ovodonación como solución a la infertilidad secundaria o mala reserva ovárica
Cuando no tienes ni la cantidad ni calidad de óvulos necesario, se puede recurrir a una donante.
Tratar de embarazarse después de los 35 años es más complejo de lo que parece. Si una mujer de 30 años tiene un 70% de posibilidades de quedar embarazada después de un año de comenzar a intentarlo, a los 35 años esa probabilidad baja al 55%. Asimismo, a los 40 es menos de 5% y a los 45 años es de 3%.
A medida que pasan los años, la reserva ovárica -cantidad y calidad de los óvulos en los ovarios- disminuye.
“Hoy en día se produce con mayor frecuencia la postergación de la maternidad, con las mujeres intentando ser madres a edades más tardías. Esto hace que diagnostiquemos cada vez con mayor frecuencia una infertilidad secundaria o mala reserva ovárica”, explica el doctor Diego Masoli, ginecólogo de la Unidad de Medicina Reproductiva de la Clínica las Condes.
Para asegurar un futuro embarazo es que hoy muchas mujeres deciden criopreservar sus óvulos, para realizar una fertilización in vitro (FIV) más tarde. Pero para quienes no lo hacen, y post 40 años se enfrentan a la infertilidad o a una reserva de óvulos escasa y de baja calidad, existen los tratamientos de alta complejidad, como la FIV con huevos donados.
La donación de gametos u ovodonación se utiliza cuando no existe una posibilidad razonable de conseguir una gestación con otro método. “En el caso de pacientes con edad avanzada, sobre los 43 años, o con muy baja reserva ovárica, el tratamiento de fertilización in vitro con huevos donados aporta las más altas tasas de embarazo, ya que la probabilidad de embarazo depende siempre de la edad y la calidad de los huevos”, indica el especialista.
La probabilidad de embarazo con la FIV ronda el 48% cuando es con huevos propios y sobrepasa el 55% cuando se utilizan huevos donados, por lo que se recomienda en mujeres que ya no tienen ovocitos, ya sea porque estos se han acabado como parte de la evolución biológica natural en pacientes mayores, o porque los han perdido en forma prematura (por falla ovárica prematura o menopausia precoz, por ejemplo), como consecuencia de alteraciones genéticas, cirugías repetitivas sobre los ovarios, tratamientos de cáncer en la infancia o juventud, entre otros.
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