Después de la lactancia pueden empeorar las molestias por mamas grandes

06 de diciembre, 2017

Un porcentaje importante de las mujeres que llega a la consulta son mujeres adultas que ya han sido madres a preguntar por una mamoplastia de reducción.

Según la doctora Alison Ford, cirujana plástica de Clínica Las Condes, esto ocurre porque hoy se conoce más la solución quirúrgica para este problema, la técnica ha ido mejorando, la cicatriz es menor y también se sabe más del alivio en la salud física y emocional que ocurre tras la intervención.

Cuando una mujer de mama grande se embaraza, las mamas crecen para alimentar a esa guagua. Pero una vez que ese proceso acaba, la mama se afecta más. “Durante el embarazo, la piel de la mama se distiende y cuando se achica, después de la lactancia, la mama está más caída, y con el peso más abajo. Existe un mayor deterioro desde el punto de vista estético y también de la parte funcional, la espalda, la incomodidad”, indica la especialista.

“Muchas pacientes llegan a edades más bien en forma tardía a operarse, que no tenían esta opción de la cirugía y vienen con grandes dolores de espalda. Uno de sus mayores lamentos es no haberse operado antes, porque el cambio es instantáneo, se operan y al día siguiente se sienten mejor”, comenta.

La mama está compuesta por un porcentaje mayoritario de grasa y glándula mamaria. En una cirugía de reducción y mediante diferentes técnicas quirúrgicas se elimina grasa, parte de la glándula (si es excesiva) y piel. Las mamas luego se rearman a una altura adecuada para la paciente y con una forma estéticamente bonita.

Una cirugía de reducción mamaria demora entre 3,5 y 4,5 horas. En el último tiempo, se busca dejar una cirugía en ancla, pero más pequeña. “Lo que más nos importa es la forma que le podamos dar a esa mama, por lo tanto, vamos achicando cicatrices”, dice la doctora Ford.

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