El Centro Clínico del Cáncer tiene tres programas de prevención que, de ingresar a ellos, les permiten a los pacientes disminuir la incidencia, mejorar la calidad de vida y reducir la mortalidad por esta enfermedad.
Una de las aspiraciones del Centro Clínico del Cáncer de Clínica Las Condes es participar activamente en la erradicación de esta enfermedad en Chile, y lo hace a través de programas de prevención que permitan disminuir la incidencia, mejorar la calidad de vida y reducir la mortalidad por cáncer.
La educación, la promoción de la salud, la detección temprana y el tratamiento oportuno del cáncer son parte de las actividades que en forma continua, y no sólo con campañas mensuales, realiza Clínica Las Condes. “Tenemos programas estructurados. Es un sistema de soporte que recibe, orienta, educa, coordina, apoya y, lo más importante, recuerda a los pacientes -según los hallazgos encontrados- cuándo volver a repetir un examen”, explica Giovanna Cortés, enfermera coordinadora de la Unidad de Prevención del Cáncer.
Este último punto es fundamental, porque la rigurosidad en los exámenes permite detectar un cáncer en etapas tempranas, cuando se encuentra localizado y no se ha diseminado a otras partes del cuerpo. “Es muy importante que cada uno de nosotros se preocupe de prevenir, porque esto nos ayuda a acceder a un tratamiento oportuno”, señala Giovanna Cortés.
En Clínica Las Condes existen tres programas preventivos asociados al Centro Clínico del Cáncer: Previmama, Previcolon y No Fumo Más. Todos ellos permiten que quien ingresa a uno de los programas lo hace a una unidad especializada en cáncer que centraliza la coordinación de exámenes y atención por especialistas.
“En todo momento la persona es orientada o guiada por enfermeras especialistas que siguen protocolos estrictos desarrollados por médicos y basados en la revisión de la mejor evidencia científica disponible”, explica la enfermera coordinadora de la unidad. En caso de encontrar algún hallazgo que genere sospecha se le informará de inmediato a esa persona para agendar una consulta o realizar algún examen como complemento al estudio preventivo inicial (ecografía mamaria o biopsia), en el menor tiempo posible.
En el caso de detectar un cáncer, el paciente es derivado a la unidad de Apoyo Paciente Oncológico (APO), para recibir asesoría tanto en los procesos clínicos como administrativos generados durante la enfermedad. Además, en el Centro Clínico del Cáncer existen comités multidisciplinarios especializados en cada tipo de cáncer, que abordan los casos específicos y definen en conjunto las actividades a desarrollar.
Los exámenes preventivos y las consultas con médicos especialistas tienen un precio preferente para quienes ingresen a uno de los tres programas. Giovanna Cortés destaca la entrega y el esfuerzo del equipo de trabajo en brindar una atención de calidad, la cual es percibida por los pacientes y lo manifiestan constantemente a través de mails y agradecimientos directamente en la unidad.
Previmama
El cáncer de mama es el más frecuente entre las mujeres chilenas y es también la primera causa de muerte. Se estima que cada día mueren tres mujeres y cada tres horas una mujer es diagnosticada con este mal en el país.
Detectar este cáncer a tiempo puede hacer la diferencia entre la vida y la muerte. “Si se detecta precozmente, es decir, con tumores menores de 2 cm y sin compromiso de los ganglios axilares, más del 95% de las pacientes diagnosticadas en esas condiciones estarán vivas al cabo de 10 años de efectuado el tratamiento”, explica la doctora Soledad Torres, médico jefe del Centro Integral de la Mama (CIM).
En el cáncer de mama, la edad es un factor de riesgo: el 70% de las pacientes tiene más de 50 años al momento del diagnóstico y en la mayoría de los casos no existe el antecedente familiar de cáncer de mama. En esos términos, el objetivo de Previmama “es ofrecer un servicio de control mamario a mujeres sanas, con el propósito de detectar precozmente el cáncer de mama”, señala la doctora Torres.
El programa está dirigido a mujeres desde los 40 años y que no hayan tenido un diagnóstico previo de este mal. La forma de ingreso al programa, en tanto, es por derivación de un médico tratante o de manera libre y espontánea y sólo motivada por prevenir su aparición.
Las mujeres que ingresan reciben atención continua y seguimiento según los factores de riesgo específicos que cada una de ellas tenga, a un valor preferencial. El proceso de ingreso es sencillo: sólo debe acudir a la Unidad de Prevención de Cáncer de CLC (ubicada en el nivel -1 de la Plataforma de Servicios). Allí deberá entregar sus datos personales y los de su médico tratante si lo tiene. Tras esta inscripción, recibirá la orden para una mamografía y podrá agendar una hora para su realización.
Si el resultado es normal, los datos de la persona son archivados y en el plazo de un año las enfermeras la contactarán para que asista a su control mamográfico anual. En el caso de que se detecte alguna anomalía, se entregará una orden para una ecotomografía y se coordinará una hora para ese examen. También se le ofrecerá agendar una hora con uno de los especialistas del Centro Integral de la Mama para su manejo.
Previcolon
En el último tiempo, los casos de cáncer de colon y recto han aumentado significativamente y también su mortalidad. Un estudio realizado por Clínica Las Condes demostró que entre 1986 y 2008, las personas diagnosticadas aumentaron en un 116% y se estima que por los hábitos de vida y envejecimiento de la población, seguirá creciendo: cada día cinco chilenos mueren por este cáncer.
Razones para el aumento hay varias y todas están relacionadas con el estilo de vida: una dieta rica en alimentos procesados, grasos, comidas con poco porcentaje de fibra, sedentarismo, tabaquismo y un alto consumo de alcohol. En la mayoría de los casos, el cáncer colorrectal se inicia con un pólipo, una pequeña verruga que mientras tiene unos pocos milímetros no da síntomas, pero cuando empieza a crecer puede provocar dolor, sangramiento y anemia. Después de algunos años de crecimiento, puede comprometer otros órganos, como el hígado y los pulmones.
Por eso, la clave está en la prevención. El doctor Francisco López, jefe del Departamento de Coloproctología, explica que “hasta el 60% de los cánceres de colon que se diagnostican después que las personas tienen algún síntoma, ya es un cáncer avanzado con compromiso en otros órganos y en los ganglios”.
A partir del año 2007, Clínica Las Condes cuenta con Previcolon, un programa de prevención y detección precoz de cáncer de colon y recto que a la fecha ha evaluado a unas 10 mil personas. A él pueden ingresar hombres y mujeres mayores de 40 años sin antecedentes de cáncer colorrectal previo. “El programa está definido para encontrar esos pólipos y sacarlos en el mismo momento del diagnóstico, a través de la colonoscopía. Si se saca, no se desarrolla el cáncer, porque sacaste el precursor”, señala el doctor López.
Al ingresar a él, el paciente accede a exámenes preventivos y atención de especialistas a precios preferenciales. Tras un análisis de la situación del paciente (si tiene o no algún antecedente familiar, si tiene síntomas), una enfermera recomendará qué estrategia de prevención es la más adecuada para cada paciente: colon check o colonoscopía.
El primero de estos exámenes consiste en el análisis de una pequeña muestra de heces en busca de sangre oculta, una situación que advierte de una lesión intestinal. Si es negativo, la información y datos del paciente se guardan y en un año más será contactado por las enfermeras del programa para un nuevo test; si es positivo, se deriva a la colonoscopía. Este segundo examen implica la exploración al interior del intestino grueso con un tubo delgado y flexible mediante el cual una cámara va mostrando las paredes del colon y recto. Para este examen el paciente debe estar sedado. Si en esta exploración se advierten pólipos, estos serán extraídos y biopsiados.
No Fumo Más
Fumar se asocia a una gran cantidad de enfermedades graves, pero dejar el hábito es muy difícil. La buena noticia es que sí se puede, y aunque por muchos años sólo estaba la fuerza de voluntad para hacerlo, hoy existen recursos médicos muy eficaces para ayudar a los fumadores.
En este programa participan especialistas broncopulmonares, oncólogos, psiquiatras y sicólogos, nutriólogos y enfermeras, un equipo integral que en forma personalizada ayuda al paciente.
Al ingresar al programa, la persona es recibida por una enfermera especialista en el tema, quien realiza la evaluación inicial, que consiste en conocer al paciente, saber sus motivaciones para dejar de fumar, el grado de dependencia que tiene y las condiciones emocionales para enfrentar este desafío.
Posteriormente, es evaluado por un especialista en enfermedades respiratorias (broncopulmonar) que se dedica a tabaquismo. En esa consulta se hace un examen en busca de enfermedades respiratorias asociadas al tabaquismo y si es necesario se piden exámenes complementarios. Además, se decide en conjunto con el paciente y en base a la evaluación previa de la enfermera si éste requiere medicamentos o una evaluación por un especialista en adicciones. Por último, fijamos junto con el paciente el día en que dejará de fumar, al que llamamos “Día D”, explica el Dr. Rodrigo Gil Dib, uno de los broncopulmonares que participan en el programa.
Durante todo el proceso, las enfermeras del programa cumplen un rol clave. Son ellas el enlace entre el médico y el paciente, las que realizan el seguimiento telefónico para saber cómo está avanzando el proceso y si han tenido algún tipo de dificultad o si los medicamentos les han provocado algún efecto secundario. Este contacto permite también pesquisar a los pacientes que están teniendo dificultades para mantenerse sin fumar y definir con el médico la conducta más adecuada.
Para el doctor Gil, el éxito del programa es fruto del trabajo interdisciplinario que realizan. “La labor de sólo un médico con el paciente en este tipo de tratamientos es menos efectiva que el trabajo coordinado. Se necesita estar muy cerca del paciente”, señala el broncopulmonar. “Los momentos más difíciles del proceso son cuando el paciente deja de fumar y las primeras semanas posteriores a ello. Es importante saber que el deseo de fumar por más intenso y frecuente que sea se va reduciendo progresivamente. Es como una gran ola que se viene encima y que parece que nos va a ahogar. Pero pasa, y con el tiempo las olas son más pequeñas y menos frecuentes”, explica este especialista