La hipertensión en sus inicios no tiene síntomas o signos, por lo que ha sido llamada “el asesino silencioso”.
Por otro lado, tener molestias producto de la hipertensión es peligroso, ya que cuando aparecen puede ser demasiado tarde porque se ha producido un daño que puede ser irreversible en órganos como el corazón, riñones y el cerebro, entre otros.
De esta forma, para diagnosticar esta enfermedad, el único medio es la toma de presión.
Desde el punto de vista etiológico o causa de la hipertensión, sólo un 10% de los pacientes pediátricos corresponde a hipertensión esencial o causa desconocida y alrededor del 90% obedece a una causa conocida y de ellos el 70% son de origen renal.