Niños y calor
En estos meses de verano hay que tener especial cuidado con las guaguas y niños pequeños, que son más susceptibles a los cambios de temperatura.
¿Cómo saber si tu hijo está acalorado? Si está irritable, llora más de lo acostumbrado, está colorado o durmiendo mal, probablemente esté incómodo a causa del calor. Por eso, para aliviarlo se debe desabrigar un poco y, si es necesario, pasarle por el rostro y el cuello un algodón humedecido: sobre todo en el caso de los más pequeños.
Cuando los bebés se van a la casa después del parto, por lo general están controlando bien la temperatura, por lo que no hay que tenerlos abrigados en exceso; menos en los días de tanto calor. El ideal es que estén con pilucho manga corta y calcetines, o incluso a pies pelados. La ropa de cama también debe ser liviana, evitando los tejidos como el polar o la lana, que son más adecuados para los meses de invierno.
Bien hidratados
Uno de los aspectos más importantes a tener en cuenta -especialmente en la temporada de verano- es la adecuada hidratación de los menores. Si un niño orina poco, o las deposiciones no son tan blandas, probablemente esté ingiriendo menos líquido del que requiere.
En el caso de aquellos que están siendo amamantados, generalmente en verano piden más seguido porque están con sed. Para ello, hay que recordar que la primera leche que sale del pecho es más aguada, porque, justamente, tiene como función satisfacer la sed de los lactantes. Luego viene una más espesa y rica en grasa, que es la que verdaderamente los alimenta.
¿Y si el amamantamiento es cada cuatro horas fijas? En ese caso es necesario ofrecerle un poco de agua entre las papas, que sea hervida o mineral sin gas, sin endulzar.
Cuando ya han iniciado la alimentación complementaria también es importante ofrecerles líquidos aparte de la leche, y preferir las frutas de verano que son ricas en agua (como el durazno, la sandía y el melón).
Granitos de calor
Se llaman “sudaminas” y se producen generalmente en la espalda, el cuello y debajo de los brazos. Lo que ocurre es que con la transpiración se obstruyen los poros de la piel, y salen esos granitos típicos en épocas de calor.
Para prevenir que aparezcan es importante evitar el sobreabrigo, mantener la piel fresca y seca, y tratar de que no exista fricción con la ropa (con las etiquetas, por ejemplo). Los pediatras no recomendamos el talco, por el riesgo de que los niños lo aspiren, y tampoco se deben aplicar cremas o lociones en verano, porque igualmente tienden a obstruir los poros. El ideal es que los niños utilicen prendas de algodón en contacto con la piel, porque permiten absorber la humedad y mantener la piel seca.
Para tener en cuenta:
- No llevar a niños menores de 6 meses a la playa, dado que no pueden recibir ningún protector solar por la inmadurez de la piel.
- No exponer a los menores al sol entre las 11:30 y las 15:30, porque son las horas de radiación más peligrosas.
- Ponerle sombreros anchos y protegerlos siempre bajo quitasoles.