Como un shock fuerte y demoledor describe la doctora Nancy Unanue Morales, endocrinóloga de Clínica Las Condes, el momento en que la familia de un niño se entera de que padece de diabetes tipo 1.
Como un shock fuerte y demoledor describe la doctora Nancy Unanue Morales, endocrinóloga de Clínica Las Condes, el momento en que la familia de un niño se entera de que padece de diabetes tipo 1. “Los padres se sienten abatidos, preguntan ‘qué hice mal’, ‘por qué a mí’ y luego de un duelo aceptan que ellos no tienen control, que la enfermedad no tiene que ver con una correcta o incorrecta alimentación, y que lo único que se puede hacer es aprender a manejarla.
La diabetes tipo 1 resulta principalmente de la destrucción autoinmune de las células beta del páncreas. Y las causas que la desencadenan involucran a factores genéticos y medioambientales, siendo las comunas de más altos ingresos aquellas en que la enfermedad se está presentando con mayor frecuencia. ¿Por qué? La especialista señala que esto podría explicarse por la “teoría de la higiene”. “Aquellas poblaciones con los mayores índices de urbanización estarían menos expuestas a los antígenos.
Un nuevo tratamiento, tan revolucionario como la aparición de la propia insulina, es la bomba, una cánula que se coloca de manera intramuscular y va conectada a un reservorio de insulina que libera constantemente microdosis de esta hormona.
El último estudio publicado de “Incidencia de diabetes tipo 1 en Santiago de Chile: análisis por comunas de la Región Metropolitana en el periodo 2000” -realizado por un equipo médico liderado por el Dr. Francisco Pérez-, refleja esta tendencia. La incidencia de diabetes tipo 1 aumentó entre el año 2000 y el 2004 de un 5,44% a un 8,33%, respectivamente. Y en las comunas de la Región Metropolitana, las que presentan mayor incidencia son justamente las de más ingresos. Lo Barnechea arrojó una incidencia de 19,9%; Vitacura, 18,87% y Las Condes 13,7% ante comunas como Pudahuel, donde la incidencia de diabetes tipo 1 en menores de 15 años es de sólo 3,2% o Pedro Aguirre Cerda, con 2,2%.
¿Es esta realidad acorde con lo que ocurre en otras latitudes?
“Absolutamente. Si Chile hace una década y media pertenecía al grupo de con tasas de incidencia baja, actualmente se encuentra entre los países con incidencia intermedia, siendo los de incidencia más alta Finlandia y Noruega. Existen varias especulaciones para explicar este rápido aumento y claramente la influencia de factores ambientales podría ser la responsable”.
También se han registrado edades más bajas en el debut de la enfermedad. ¿A qué podría obedecer ello?
“En los últimos años hay más diagnósticos de diabetes neonatal, es decir, en menores de seis meses, y hay más niños debutando en la enfermedad antes de cumplir los dos años. La incidencia de diabetes tipo 1 aumenta con el peso al nacer, es decir que a mayor peso, existe una mayor probabilidad de desarrollar esta enfermedad. Hasta el momento los mecanismos biológicos tendrían la explicación. La insulina es el factor de crecimiento fetal más importante en la última etapa del embarazo. Estudios in vitro demuestran que las células beta que más activamente segregan insulina son más susceptibles de ser dañadas por mediadores propios del crecimiento. Un mayor crecimiento intrauterino podría condicionar un riesgo aumentado en la destrucción de las células beta pancreáticas. Sin embargo, esto no ha sido confirmado por todos los estudios que se han realizado, por lo que es sólo una posibilidad”.
Detectar a tiempo es clave
Cuando no hay insulina o su me canismo falla, el exceso de azúcar el apoyo de las familias siempre en la sangre va dañando numerosos sistemas del organismo, especialmente el vascular, lo que puede causar complicaciones; las más graves son neuropatía diabética, retinopatía oftalmológica, nefropatía diabética. De ahí que detectar a tiempo la enfermedad y luego aprender el manejo es clave.
Un niño o un adolescente diabético bien controlado lleva una ‘cuenta de ahorro’ que a futuro le permitirá vivir tan bien como otra persona sin la enfermedad”. Los cuidados, explica la especialista, se basan en un esquema de nutrición por edad que limite principalmente los hidratos de carbono y se complemente con un plan de ejercicios físicos aeróbicos, para regular el azúcar en la sangre. Además, la administración de insulina, ya sea a través de inyecciones o de una bomba, no se puede eludir.
Diabetes tipo 1 y 2: Dos enfermedades muy Distintas
Existen dos tipos principales de diabetes: tipo 1 y tipo 2, las que hacen que los niveles de azúcar sean más elevados que lo normal. Sin embargo, ambos pueden provocar ese efecto de distintas maneras, explica la endocrinóloga.
La diabetes tipo 1 (antiguamente denominada diabetes insulino-dependiente o diabetes juvenil) se manifiesta cuando el páncreas pierde su capacidad de producir la hormona insulina. Con la diabetes tipo 1 el mismo sistema inmune de la persona ataca y destruye las células del páncreas que producen insulina. Una vez que esas células son destruidas, nunca más volverán a producirla.
La diabetes tipo 1 no puede ser prevenida y no existe una manera práctica de predecir quien la adquirirá. No hay nada que los padres o el niño hubieran hecho para provocar la enfermedad.
Una vez que una persona contrae diabetes tipo 1, la enfermedad no desaparece y requiere tratamiento de por vida. Los niños y adolescentes con diabetes tipo 1 dependen de inyecciones de insulina diarias o de una bomba de insulina para controlar los niveles de glucosa en la sangre.
La diabetes tipo 2 (antiguamente denominada diabetes no dependiente de insulina o diabetes del adulto) es la más común y aparece cuando el organismo no es capaz de emplear eficazmente la insulina que tiene. Esta condición se conoce como resistencia a la insulina y no exige inyectarse la hormona (salvo excepciones), sino utilizar fármacos que bajan la glicemia, hacer dieta y ejercicio. Suele presentarse después de los 35 años y es difícil detectarla, porque es asintomática.
Por eso es tan importante la pesquisa precoz de personas en estado prediabético. Con un manejo adecuado, estos pacientes disminuyen hasta en 58% las posibilidades de desarrollar diabetes.
El apoyo de los colegios también es primordial. “Basta que exista un paciente diabético en el colegio para que el panorama sea distinto. Por eso, los médicos que nos dedicamos a este tema estamos muy enfocados a que se sepa cada vez más de la enfermedad. En Clínica Las Condes, junto a las Dras.Verónica Mericq y María Isabel Hernández, lanzaremos próximamente un manual de apoyo para que las familias y los colegios tengan toda la información a mano.
Un nuevo tratamiento, tan revolucionario como la aparición de la propia insulina, es la bomba, una cánula que se coloca de manera intramuscular y va conectada a un reservorio de insulina que libera constantemente microdosis de esta hormona. Se parece a un beeper, cabe en un bolsillo y tanto niños como jóvenes aprenden a regularla según sus requerimientos. “Con este tratamiento cambia la vida. Se terminan las descompensaciones y se puede llevar una vida más normal. Si bien se está trabajando en células madre y trasplante pancreático, este avance sí es real y es de gran ayuda”, concluye.