Más allá de los cuidados propios que se debe tener con los niños que nacen antes de tiempo, hoy existe especial conciencia respecto a la importancia de garantizarles un ambiente adecuado durante sus primeros meses de vida.
Pese a que todos los niños que nacen antes de las 37 semanas de gestación son considerados prematuros, es necesario hacer la distinción con aquellos que nacen antes de las 32 semanas, o que presentan un peso inferior a los 1.500 gramos, ya que su condición de mayor riesgo son considerados prematuros extremos.
Y si bien el concepto de “viabilidad” mundialmente se ha establecido en los 500 gramos y las 24 semanas de gestación, a juicio del doctor José Luis Martínez, neonatólogo de Clínica Las Condes, esta noción se ha ido ampliando con el tiempo y hoy es posible sacar adelante a niños que incluso estén bajo esos rangos. “El prematuro más chico que hemos tenido en CLC pesó sólo 408 gramos, por lo que éste es un concepto que en cierta forma se ha ido flexibilizando”, asegura el especialista.
Ahora bien, y más allá de las numerosas complicaciones que estos bebés pueden presentar, el especialista advierte que durante los últimos años se ha puesto especial énfasis en el apego. “Estos niños no pueden hacer apego posparto, por lo que en Clínica Las Condes tenemos un programa de cuidados humanos en neonatología, que permite a la familia estar en contacto permanente con los niños y generar distintas instancias de apego”, agrega el Dr. Martínez. Por ejemplo, los padres pueden permanecer con sus hijos sin limitaciones de tiempo, tocarlos, hacerles cariño, estimularlos, cuando ya están más estables, hacer cuidados tipo canguro, que consiste en ponerlos directamente sobre el pecho de la mamá o papá.
Por otra parte, existe especial preocupación respecto del cuidado con los estímulos en la Unidad de Neonatología, de modo de mejorar el ambiente y disminuir el impacto en el neurodesarrollo del prematuro. La idea es evitar todo aquello que pueda afectar el normal desarrollo neuronal y que a futuro pudiera manifestarse en problemas concretos como la hiperactividad o los problemas de adaptación.
“Las unidades de cuidados intensivos pueden resultar muy estresantes, porque en ellas suele haber mucho ruido, luz y frío, que pueden ser bastante nocivos para un niño que debería estar tranquilito dentro del útero. Por eso, desde hace algunos años nosotros hemos implementado un programa denominado Nidcap, donde nos preocupamos especialmente de disminuir la intensidad de la luz y el ruido, tocarlos o moverlos en forma adecuada, y respetar siempre sus ciclos de sueño. Esto es algo que deben seguir en forma muy rigurosa tanto los profesionales de neonatología como los propios padres. Se trata de un concepto relativamente nuevo, donde tratamos de imitar al máximo el ambiente uterino, de modo de no afectar su neurodesarrollo”, subraya el doctor Martínez.
¿Por qué se producen?
Se estima que alrededor del 10% de los embarazos termina en parto prematuro, cifra que disminuye a sólo entre 1 y 1,5% en el caso de los bebés que nacen con menos de 32 semanas de gestación. Según sostiene el neonatólogo, entre las causas más habituales que pueden desencadenar un parto antes de tiempo está la rotura de membranas, que se asocia principalmente a infecciones durante el embarazo.
“Existen gérmenes presentes en el tracto vaginal que, al tomar contacto con las membranas, hacen que éstas se rompan y produzcan el parto, en ocasiones en forma muy prematura. También hay otras condiciones de la madre que pueden gatillarlos, como la hipertensión durante el embarazo (preeclamsia); la colestasia (desorden hepático donde debido a una serie de mediadores inflamatorios se producen contracciones uterinas que pueden inducir un parto); los embarazos múltiples y otro tipo de patologías crónicas menos frecuentes como insuficiencia renal o cardíaca. También cabe mencionar algunas malformaciones anatómicas, como los úteros que presentan tabiques (“en forma de corazón”) o los cuellos uterinos muy cortos que se abren con facilidad.
Por ello, el control prenatal periódico es de suma relevancia, ya que en el caso de que las madres presenten algunas de las patologías antes mencionadas es necesario realizar un manejo adecuado, de modo de aminorar los riesgos de desencadenar un parto antes de tiempo.
El prematuro y sus riesgos
Para entender la gran cantidad de complicaciones que pueden presentar a corto y largo plazo los niños prematuros, es necesario tener en cuenta que se trata de bebés que nacen cuando la mayor parte de sus órganos y sistemas todavía no están preparados para ello. Por esto se requiere un estricto control y seguimiento para favorecer su desarrollo e impedir la aparición de una serie de trastornos:
- Pulmones: debido a su inmadurez, puede ser necesario el apoyo de ventilación mecánica. Algunos niños presentan una patología que se denomina displasia pulmonar, donde son más frecuentes los cuadros obstructivos y hay una menor capacidad del pulmón. Si bien se trata de un trastorno que remite con el tiempo, hay que tener especial cuidado hasta los dos años de vida, para evitar que contraigan virus como el Respiratorio Sincicial, que puede dañar aún más la estructura pulmonar.
- Temperatura corporal: son niños que no tienen capacidad de regular la temperatura y se enfrían fácilmente, por lo que muchos deben permanecer varias semanas en incubadoras.
- Cerebro: debido a la fragilidad de los vasos sanguíneos, éstos pueden romperse con extrema facilidad y ocasionar derrames cerebrales, por lo que es necesario evitar tratamientos demasiado agresivos que puedan ocasionarlos.
- Intestinos: por estar todavía inmaduros, durante los primeros días no pueden recibir leche y son alimentados con una sonda naso gástrica para seguir obteniendo un adecuado aporte de lípidos, glucosa y aminoácidos. Luego, poco a poco se van introduciendo gotas de leche materna, para favorecer así su proceso de maduración. Cabe destacar que los bebés recién nacidos comienzan a adquirir el reflejo de succión y deglución alrededor de las 34 semanas y sólo entonces pueden ser alimentados con pecho o mamadera. Es importante subrayar que el ideal es que los niños prematuros sólo reciban leche materna, porque es el alimento que mejor toleran.
- Visión: por estar todavía en pleno desarrollo, se deben efectuar controles oftalmológicos en forma periódica, para ver cómo se está formando la retina. Si hay problemas, se pueden realizar técnicas de láser para prevenir complicaciones que, de no tratarse, podrían incluso producir ceguera.
- Audición: los problemas de hipoacusia (disminución de la capacidad auditiva) son más frecuentes en los prematuros extremos, por lo cual debe efectuarse un adecuado control con el otorrino.
Por último, se debe tener en cuenta que los niños prematuros deben seguir un camino de observación y cuidado durante algunos años, ya que es frecuente que presenten a largo plazo problemas motrices, neurológicos, hiperactividad, trastornos de aprendizaje y/o lenguaje. Por ello, el seguimiento debe considerar un equipo multidisciplinario integrado por médicos bronco pulmonares, neurólogos, fisiatras, otorrinos y oftalmólogos, todos apoyados por el neonatólogo, que conoce al niño desde su nacimiento.