Mi hijo tiene tics
Entre un 10 y un 20 por ciento de los niños en edad escolar desarrolla algún tic motor aislado durante su infancia. Generalmente se trata de un cuadro benigno y pasajero que mejora con el correcto apoyo de la familia.
Los tics son movimientos motores repetitivos y estereotipados que generalmente involucran la cara o la parte alta del tronco: pestañear, arrugar la nariz o mover el cuello de manera reiterada. En la edad escolar, entre los siete y los doce años, es muy común que los niños presenten tics transitorios de la infancia, movimientos motores aislados y simples que duran un par de meses y desaparecen solos.
El diagnóstico es clínico, ya que no existe un marcador biológico que se pesquise en un examen. Es importante saber cuándo se inició y hace cuánto lo presenta, porque si persisten por más de un año, entran en otra categoría, como los tics crónicos. Pero los tics transitorios son benignos y pasajeros y lo que como médico haces, es darle tiempo para observarlo.
Los tics se exacerban cuando el niño se ve enfrentado a situaciones de estrés, como los exámenes del colegio o exponer frente al curso. En cambio, tienden a disminuir cuando está concentrado o haciendo algo que lo motiva; ahí baja la frecuencia. En otras palabras: pueden controlarlos momentáneamente, pero luego reaparecen.
En general, los tics aislados no les causan mayores problemas a los niños; es raro ver que algunos sean blanco de burlas por este motivo. Sin embargo, preocupa mucho a los padres. Una vez que se constata el diagnóstico de tics transitorios, les explico que deben estar tranquilos, que el niño no tiene ninguna enfermedad grave. Es muy fundamental que, como familia, bajen la ansiedad en torno al tema; que ojalá lo ignoren y no presionen al niño, porque si él se angustia, en vez de disminuir, el tic aumenta. La recomendación es que los padres no le den importancia y que ayuden a que el niño se relaje: de esa manera, todo va a andar mejor.
¿Qué hacer si el problema persiste?
Cuando los tics persisten por más de un año es importante la evaluación de un neurólogo, porque es probable que se trate de cuadros más complejos, como los tics crónicos. En esos casos se requiere observación especializada y manejo farmacológico, que ayuda a que los tics disminuyan. Los tics tienen su origen en un trastorno de maduración del cerebro: hay un circuito neuronal acelerado que hace que se desinhiban los actos motores. En algunos casos puede tener un origen infeccioso, pero normalmente es genético: los niños con tics suelen tener padres que también los han tenido. Como hay un componente hormonal, es más frecuente en niños que en niñas. Los tics crónicos también se asocian a hiperactividad, déficit atencional y trastorno obsesivo compulsivo.