El estrés se transformó en un tema cercano, convirtiéndose en una epidemia en el mundo y en nuestro país. Además de generar una serie de problemas, ¿podría influir o tener relación con los trastornos de la conducta alimentaria?
El estrés se relaciona con la experiencia de sentirse sobrepasado por las demandas internas o del entorno. De este modo, tiene que ver con los recursos con que se cuenta para hacer frente a la vida, sus peticiones o exigencias, y como se maneja esta dinámica personalmente.
¿Cómo nos alimentamos en momentos de estrés?
Un 40% de las personas en situaciones de estrés, tienden a comer más de lo necesario, como una forma de calmar la ansiedad o el cansancio mental, alejándose de lo meramente nutritivo y transformándose en un hábito muy poco saludable que podría derivar en un trastorno de la conducta alimentaria (TCA). Por otro lado, otro grupo de personas deja de comer, estresando al cuerpo por medio de estricta restricción dietaria: Ambos son aspecto propio de los TCA como la anorexia, bulimia y atracones.
“Algunas características de los TCA son la focalización en temas de alimentación, dietas, peso y figura corporal, los que ocupan espacios que limitan otras áreas de desarrollo. Además, se relacionan con sobreexigencia y perfeccionismo en distintos aspectos de la vida, problemas interpersonales donde se suele evitar conflictos y presentar dificultades para resolverlos, ámbitos que podrían implicar un estrés en la vida personal”, explica María Paulina González, psicóloga de la Unidad de Trastorno de la Conducta Alimentaria del Adulto del Centro de Nutrición y Enfermedades Metabólicas.
En situación de estrés, es más fácil perder la visión integral del desarrollo o del equilibrio saludable. “Es mayor el riesgo de entrar en la vorágine y que nuestro cuerpo y psiquis se vea afectado. Esto dependerá absolutamente de los aprendizajes de autocuidado y de cómo se prioriza en la vida”, agrega la especialista.
Una vida sana implica equilibrio en diversos aspectos de la vida, tanto físico como psicológico. “Nuestra base biológica afecta nuestra psiquis, pero también nuestra psiquis afecta nuestra biología a partir de las emociones. De este modo, hay muchos elementos a considerar al momento de buscar un equilibrio”, dice María Paulina.
Consejos
Según la psicóloga clínica, siempre es necesario mirar nuestra vida y observar el equilibrio que tenemos, así como también es bueno revisar las prioridades y énfasis en cosas tan simples como:
- ¿Estoy consciente de lo que necesita mi cuerpo?
- ¿Reconozco las señales que deberían guiar mi actuar de autocuidado como por ejemplo, hambre, saciedad, cansancio, estando en sintonía con ellas?
- ¿Considero al alimentarme qué es lo que más me nutre?
- ¿Me alimento consciente de lo que estoy comiendo y disfrutándolo en sí mismo?
- ¿He tenido suficiente descanso para la restauración del cuerpo biológico?
- ¿He disfrutado hoy mi vida?
- ¿Qué he aportado hoy a mi entorno?
- ¿En qué he sido creativo/a?
- ¿He aprendido algo nuevo hoy?
- ¿Estoy atento a las señales emocionales?
- ¿Mis relaciones hoy han sido gratas?
- ¿He sabido resolver las dificultades constructivamente?, entre otros.
De esta forma, descubrir nuestras fortalezas y debilidades, tomar conciencia de los espacios más vulnerables en que tendremos que hacernos cargo y reforzar lo que nos encamine hacia lo más saludable, es parte de asumir la responsabilidad de nuestro autocuidado.
“Cuando la vida se restringe en temáticas, como ocurre en los TCA, es necesario detenerse, buscar soluciones posibles y, si es necesario, pedir ayuda. Nuestros hábitos, forma de relacionarnos, prioridades, lo que disfrutamos o no, tiene que ver con huellas biológicas que, por medio de una toma de conciencia, nuevas experiencias, decisiones y elecciones es posible modificar. Este es el sustento de la posibilidad de desarrollo propia de una terapia”, destaca la psicóloga, María Paulina González.