Entre sus beneficios se le reconoce reducir los índices de obesidad, colesterol, hipertensión y diabetes. Es rica en antioxidantes, protege contra algunas tipos de cáncer y disminuye las enfermedades cardiovasculares, entre otras cosas. ¿Qué más se puede pedir?
Pescados, frutas, verduras, cereales, legumbres, frutos secos, olivas y vino. Sólo productos frescos, nada envasado. Provenientes de países como Grecia e Italia, la dieta mediterránea se ha convertido en un modelo de alimentación y de vida saludable a nivel mundial.
“El origen de esta dieta data de los años sesenta, con el llamado Estudio de los Siete Países. Fue en ese momento cuando se estableció que en el Mediterráneo, principalmente en Italia y Grecia, existía una mayor expectativa de vida y una menor prevalencia de enfermedades crónicas en comparación a países como Estados Unidos. Esto, a pesar de contar con condiciones socioeconómicas y servicios de salud inferiores. El resultado de este trabajo fue atribuido a las características saludables de la dieta consumida en esa zona geográfica”,explican los especialistas del Centro de Nutrición de Clinica Las Condes.
Años más tarde, el Estudio Lyon aseguró que las personas que habían tenido un infarto y que luego seguían una dieta de tipo mediterránea, presentaban un menor riesgo de padecer una nueva enfermedad coronaria. Lo mismo ha sucedido con los estudios respecto a las expectativas de vida, muchos se han realizado y todos lo avalan. De esta forma, muchos no dudan que esta dieta sea un modelo a seguir y que, debido a la disponibilidad de alimentos similares, es posible adaptarla fácilmente a nuestra cultura.
“Dada la alta prevalencia de obesidad, diabetes, hipertensión y enfermedades cardiovasculares en nuestro país, hoy esta dieta adquiere especial relevancia. Una buena idea sería tomar conciencia y fomentar una alimentación más saludable, partiendo desde nuestra familia”.
¿En qué consiste?
Es baja en grasas saturadas, alta en grasas monoinsaturadas, balanceada en grasas poliinsaturadas (omega 6/omega 3), baja en proteína animal y rica en antioxidantes, en carbohidratos complejos y en fibra. Ésa es la definición. ¿Pero cómo se traduce a la hora de sentarse a la mesa? ¿Qué se debe comer? Es importante saber que el alto consumo de aceite de oliva es una de las principales características de los países del Mediterráneo. Es su mayor fuente de grasa y la segunda de calorías después de los cereales.
Dentro de los hábitos alimentarios de la Dieta Mediterránea se destaca, además, el consumo de alimentos frescos, mínimamente procesados; frutas y verduras en abundante cantidad; cereales integrales, principalmente en pan y pastas; legumbres, semillas, nueces y frutos secos, cada día; consumo moderado y diario de productos lácteos; hasta 4 huevos por semana; pescados y aves, 2 a 4 veces por semana; carnes rojas en poca cantidad y vino con las comidas (1 a 2 copas diarias).
Por último, el empleo de especias y condimentos variados como ajo, hierbas aromáticas, orégano, canela, limón y vinagre son tan fundamentales como el bajo consumo de azúcares.
Menú Mediterráneo Tipo
- Desayuno
Un yogurt descremado con sabor. Echarle tres cucharadas de avena instantánea y media porción de pasas y almendras.
- Colación
Una fruta natural
- Almuerzo
Salmón al horno con papas doradas y verduras salteadas en aceite de oliva.
Una porción de lechuga fresca condimentada con una cucharada de aceite de oliva, limón y poca sal.
Macedonia de fruta natural.
- Media tarde
Una taza de leche descremada con café o té endulzado con sucralosa.
Un pan pita integral con un huevo a la copa.
- Cena
Ensalada de pollo grillé con pastas espirales integrales, sobre la base de lechuga fresca, tomate en cubos y champiñones. Aderezar con aceite de oliva, limón y poca sal.
Jalea diet.