El 17 de noviembre es el Día Internacional del Niño Prematuro, quienes se enfrentan a complicaciones inmediatas y tardías. Su futuro depende de complejas tecnologías y del soporte emocional y afectivo que reciba, así como del apoyo dirigido a la reorganización de un cerebro en desarrollo.
El que un hijo nazca antes de tiempo y mucho antes de lo que se esperaba significa para ese niño y su familia mucho más que sólo un cambio de planes. Significa enfrentarse desde el inicio a una lucha por la supervivencia y a la incertidumbre sobre si será posible verlo crecer sano hacia una vida adulta plena y feliz.
El embarazo normal dura habitualmente entre 38 y 42 semanas, y es en ese rango que hablamos de un parto de término. Actualmente, el límite de posibilidad de sobrevida de un niño que nace prematuro son las 22 semanas de gestación. Cada semana a partir de entonces van aumentando progresivamente las expectativas y disminuyendo el riesgo de complicaciones. Arbitrariamente, llamamos prematuro extremo al niño que nace antes de las 32 semanas y pesa menos de 1.500 gramos.
El prematuro extremo se enfrenta a complicaciones inmediatas que pueden poner en riesgo su vida, y complicaciones tardías, que pueden poner en riesgo su normal desarrollo físico y neurológico. Las complicaciones inmediatas abarcan problemas de distinto orden: infecciosos, hemorrágicos, respiratorios, digestivos, neurológicos, endocrinos y metabólicos.
Muchas veces, estas complicaciones se originan en alteraciones producidas antes de nacer. Las complicaciones tardías son, en su mayor parte, derivadas de todos los problemas anteriores y abarcan distintas áreas, pero, en general, su mayor importancia está relacionada con las secuelas neurológicas.
Al nacer, este pequeño prematuro -unos minutos antes sólo un feto- debe enfrentarse de inmediato a la adversidad: su ambiente dentro del útero materno, su casa, se ha ido derrumbando por uno u otro motivo, lo cual ha determinado que tuviera que desprenderse del soporte vital y empezar a funcionar en forma autónoma con sus órganos aún inmaduros y mal preparados. Su lucha empieza antes… Requiere de apoyos externos para sobrevivir: vías venosas que permitan aportar sus nutrientes, vías respiratorias artificiales que permitan suplir su oxigenación, ambiente de calor y humedad que eviten su deshidratación y enfriamiento, toma de exámenes que permitan ajustar las terapias, entre otros.
Estos intensos primeros días le permiten su sobrevida, pero la magnitud de sus problemas y los tratamientos requeridos no son inocuos. Su frágil e inmaduro cerebro se desorganiza con facilidad y se expone a alteraciones en distintas áreas, tanto motoras como cognitivas.
El futuro que le depara depende entonces no sólo de las complejas tecnologías diligentemente desplegadas para permitir que viva, sino en igual medida del apoyo emocional y afectivo que reciba, así como del apoyo dirigido a la reorganización de un cerebro en desarrollo, que está aún tan lleno de potencialidad y plasticidad.
Es en este contexto que el Servicio de Neonatología de Clínica Las Condes ha desarrollado el más completo programa de cuidados del neurodesarrollo del prematuro en la UCI denominado Nidcap (Newborn Individualized Developmental Care and Assessment Program), así como la incorporación activa de los padres en el cuidado de sus prematuros, el apoyo psicológico a las familias, un programa de evaluación y estimulación anticipatoria en domicilio y un completo programa de seguimiento multidisciplinario.
Se suma el apoyo de agrupaciones de padres, como la Corporación Neovidas -formada en sus orígenes por padres de prematuros de Clínica Las Condes-, quienes brindan invaluable orientación y apoyo basados en su propia experiencia.
La travesía es, pese a todo, difícil y va atravesando por distintos escollos, barreras y nuevos desafíos en el camino. Aparte de los problemas de salud, surgen las dificultades sicológicas, las exigencias económicas y de tiempo, las dificultades de integración escolar y posteriormente laboral.
Las estrategias desarrolladas hasta ahora están permitiendo mejorar cada vez más el futuro de los niños prematuros extremos y sus familias, pero se requiere de una conciencia social colectiva y, como país, de una política de apoyo más amplia y efectiva para lograr su desarrollo e integración plenos. Nuestra responsabilidad y nuestra meta como sociedad deben ser ofrecer a estos precoces niños luchadores la mejor calidad de vida posible.
Complicaciones precoces más importantes del prematuro
- Infección o sepsis neonatal
- Hemorragia intraventricular
- Leucomalacia periventricular
- Inmadurez pulmonar o membrana hialina
- Persistencia de la circulación fetal
- Inflamación e infección digestiva: enterocolitis
- Apnea del prematuro
- Anemia
- Ictericia
Complicaciones y secuelas tardías del prematuro (DOYLE AND SAIGAL, 2008)
- Alteraciones del neurodesarrollo significativas de 1 en 4 comparado con 1 en 25
- Parálisis cerebral en un 10% comparado con 0,1% a 0,2%
- Dificultades escolares en hasta 3 de 4, comparado con 1 de 8
- Déficit intelectual en el adulto de 1 en 22 comparado con 1 en 250
- Alteraciones psicológicas y de comportamiento de 1 en 40 comparado con 1 en 500
- Alteraciones visuales o auditivas, o epilepsia, en 1 en 25 comparado con 1 en 500